ADE IDA Y VUELTA. Así estaba el partido en sus inicios, con un par de llegadas de mucho peligro para cada uno de los rivales. La propuesta era sumamente atractiva para el espectador, ya que se buscaba con descaro el fútbol de ataque.

BDE REPENTE. Algunas tibias, tobillos y camisetas comenzaron a correr serio peligro. Todo se volvió brusco, trabado y peleado sobre el césped, superando el límite de lo permitido. En esos momentos, el juego subterráneo no le convenía para nada al Villarreal.

CLA DESUBICACIÓN. Y llegó una jugada clásica. Marcos Senna --¿el hombre de banda derecha?-- estaba fuera de sitio. Juanfran, sin oposición, lanzó a Sergio García, que rompió a Fabricio Fuentes y sirvió el tanto en bandeja a Aimar.

DREACCIÓN SIN PREMIO. El caso es que, tras estar tocado unos minutos, el Villarreal se vino arriba, jugó aceptablemente, generando hasta tres claras opciones de gol, pero no materializó y mantuvo vivo al Real Zaragoza.

ELAS SOCIEDADES. En los amarillos no existían, porque la voluntad de Juan Román Riquelme no encontró acompañamiento, pero D´Alessandro, Pablo Aimar, Zapater y Sergio García se encontraban siempre, y el Real Zaragoza tuvo el segundo de la noche.

FEL GOL PSICOLÓGICO. La leyenda dice que es aquél que se marca al filo del descanso. La realidad dice que es aquél que se marca en los inicios de la reanudación, porque rompe de cuajo los planes del descanso. El de Cani echó por tierra los del Real Zaragoza.

GDETALLE NIMIO. Lo pareció el cambio de Diogo, pero fue letal para los suyos. Zapater se escoró a banda y Movilla ocupó el pivote. El Real Zaragoza perdió la agresividad y el rastro del balón, y quedó a merced de los amarillos.

HEL ALUD. El local ya fue imparable. Aimar y compañía desaparecieron del campo y Román se erigió majestuoso como dueño y señor de todo lo que ocurría en el césped, con la diferencia de que ahora ya estaba mejor acompañado.

ICONFIANZA. Es la mejor medicina y el Villarreal la encontró. Jugó con temple y profundidad, recuperando por momentos el sentido de la anticipación que parecía olvidado. El Zaragoza ya era un convidado de piedra.

JY FUERON FELICES. Por fin disfrutando del fútbol los jugadores de Pellegrini. Forlán volvió a matrimoniarse con el gol y la puntilla llegó en el segundo penalti --el primero a Román se fue al limbo--. Aún hubo tiempo para que Marcos se apuntara al buen gusto.