Es uno de los mejores jugadores del mundo. Una de las estrellas de la Liga española. Y también un lujo del que disfruta la afición del Villarreal cada 15 días. Disponer de Riquelme sería un sueño para cualquier equipo, pero nunca un ejercito ha ganado una batalla con tan solo un buen general al frente del mando de operaciones. El gran problema del Villarreal es que su juego ofensivo se ha constituido en una Riquelme SL, una sociedad limitada a las genialidades del cerebro amarillo. Y así es muy complicado derrotar a los rivales si a lo largo de los 90 minutos, la varita del Mago no puede convertir en un gol alguna de las acciones que emanan de sus botas. Ante el Espanyol, Kameni desbarató la mejor oportunidad del Submarino, precisamente, en un libre directo que ejecutó magistralmente Riquelme. Y poco más.

La Riquelme SL necesita urgentemente la adhesión de más socios que ayuden a compartir con el Mago la carga y la responsabilidad de la creación de un equipo que dispone de varios futbolistas brillantes, imaginativos y con talento suficiente para que el Villarreal no padezca una asfixiante Riquelmedependencia.

La aportación de hombres creativos como Cani y Marcos Senna es fundamental para que el Submarino amarillo ofrezca un elenco más variado de posibilidades dentro de su juego de ataque. El propio Riquelme es consciente de que el fútbol del Villarreal no se halla a la altura de las expectativas generadas y alerta de ello. "Somos un equipo normal al que le va a costar llegar a los 45 puntos. El domingo sumamos un punto bueno y a mi me dejó contento. Lo normal es que arriba, en la Liga de Campeones, estén los equipos grandes y no nosotros, que somos un equipo normal, esa es la verdad", reflexionaba en voz alta en un tono tan crítico como constructivo.

Los tropiezos en El Madrigal, ante dos de los equipos más modestos de la Liga, eran un aviso: "Si no somos capaces de ganar al Espanyol y Recreativo y, además, jugamos mal, es que somos un equipo normal". El Mago era coherente con sus principios. Su discurso siempre es solidario, tanto para repartir protagonismo en los éxitos, como para culpar al colectivo del irregular comienzo de temporada del Villarreal. "No soy técnico para decir qué es lo que hay que mejorar. Siempre pienso que cuando salen las cosas bien bien es culpa de dirigentes, jugadores y entrenadores, igual que cuando van mal. No me vale eso de que Pellegrini se equivoque o no, ese no es el problema", sentenciaba. El Villarreal no debe ser una Riquelme SL si quiere estar con los mejores.