Hay un proverbio chino que viene a decirle al jinete que no confunda el galopar de su caballo con los latidos de su propio corazón. Y precisamente eso es lo que ayer sucedió a la paciente afición amarilla. Este equipo dio tan pocas sensaciones positivas frente a Osasuna, Valencia y Valladolid, que ayer solo por el coraje mostrado, un par de detalles técnicos de Cani, alguno de Matías Fernández y el desgaste de Diego Forlán, se marcharon de El Madrigal convencidos de que todavía hay esperanzas en no sufrir por la permanencia. Y es que el empate, aun sin goles, sabe a mejoría anímica. Pocos recordaron que ya son cuatro partidos consecutivos en casa sin llevarse la alegría de una victoria.

Sin embargo, para cualquier espectador medianamente imparcial, el partido de ayer en El Madrigal fue malísimo y aburrido. Dos equipos faltos de ambición, excesivas faltas para cortar el juego del rival y ausencia de claridad en las poquísimas acciones ofensivas. Será cuestión de que a este caballo del jinete del proverbio chino le siente mejor la bendición de Sant Antoni.