"No nos hagas sufrir tanto". Es el deseo, prácticamente un ruego, que los albinegros trasladaron ayer a la Virgen del Lledó, a cambio de la tradicional ofrenda a la patrona, que este año se adelantó en 48 horas, rompiendo el habitual protocolo de que la basílica fuera la primera parada rumbo a Castalia el día de la presentación oficial.

Allí, ante La Lledonera y con la intercesión del prior Vicente Agut, estaban todos los que eran y eran todos los que estaban. Acudieron los futbolistas, y Pepe Moré y el resto de su equipo de trabajo, así como José Laparra al frente de la representación institucional (junto al presidente, los consejeros Álvaro Rodríguez Hesles, Juan Antonio García y Antonio Arias).

Como si la Lledonera fuera capaz de parar o marcar goles, todos los estamentos de la entidad y una pequeña representación de la parroquia albinegra (medio centenar acudieron a la ofrenda), rezaron para que esta temporada, la tercera de la nueva era, transcurra con muchos menos sobresaltos que las dos anteriores, sinónimo de que el Castellón conseguirá tranquilamente la permanencia. El objetivo no es otro que salvarse para así, dentro de exactamente 12 meses, estar en condiciones de implorarle por el ascenso a la Liga de las Estrellas.