El Madrigal se lo pasó en grande. El nuevo Villarreal apuntaba alto en los partidos de pretemporada. Se veía que había mimbres para hacer algo grande, pero la parroquia amarilla no lo pudo disfrutar in situ hasta ayer. La víctima, el Sporting de Braga, el cuarto mejor equipo de Portugal.

El Villarreal comenzó el encuentro gris, sin ideas. Ninguno de los dos equipos quería el balón. El primer disparo con peligro no llegó hasta el minuto 20, cuando Dani Mallo desvió a córner el peligroso lanzamiento de Nihat. Pero el cansancio de la pretemporada y el viaje de Oliva pesó en los locales, que no sabían en esta primera mitad cómo abrir la lata defendida por el portero exdeportivista. El Villarreal quizá pensó que el Sporting de Braga iba a ayudarle a lucirse ante su público, pero los portugueses llegaron con su once titular y con muchas ganas de agradar.

Las gradas de El Madrigal, inéditas en la presente pretemporada, no podían intuir lo que se les venía encima. Tras la reanudación, el panorama cambió por completo. Los de Pellegrini se vinieron arriba y secaron la pólvora para goce y disfrute del personal. Guille Franco, que en la primera mitad estrelló en el palo un excelente servicio de Mavuba desde la izquierda, es el vivo ejemplo de que este equipo tiene gol.

El mexicano y el francés volvieron a conectar en el minuto 55, con el mejor resultado posible: el gol. Guille controló dentro del área un gran pase del mediocentro y remató al fondo de las redes. Era el primer tanto.

OTRA VEZ TOMASSON El delantero danés ya anotó dos dianas en la última goleada en el campo del Hércules y anoche no quiso ser menos. Tomasson no podía fallar en la fiesta. El ariete sigue en estado de gracia y, a los siete minutos de pisar el césped, recibía una asistencia de Pirès que no desaprovechó. Si el gol depende de rachas, él está de suerte.

Cazorla fue otro de los protagonistas del encuentro. El asturiano es uno de los jugadores más queridos por la afición amarilla --fue ovacionado hasta con la elástica del Recreativo--; y ayer los 8.000 espectadores se pusieron en pie para recibirle. El interior lo agradeció con lo que mejor sabe hacer, dando una asistencia medida a Rossi, que este no desaprovechó. El italiano, con nervios de acero, sacó a relucir su zurda para poner el 3-0 en el marcador.

Cuando todo parecía visto para sentencia, Joao Tomás marcó de cabeza el gol del honor para su equipo en el último minuto.

La plantilla amarilla disfrutará tras este encuentro de un merecido descanso después de dos concentraciones (Navata y Oliva), que, por lo visto en el césped, han sentado de maravilla. Con este olfato arriba, no puede ir mal.