El futbolista Antonio Puerta, fallecido a primera hora de la tarde de hoy tras
sufrir varias paradas cardiorrespiratorias durante el partido Sevilla-Getafe el
día 25, engrosará la historia de su club como el autor del gol que clasificó a
su equipo para la final de la Copa de la UEFA en 2006.
Antonio Puerta Pérez, nacido en Sevilla el 26 de noviembre de 1984, fue un
sevillista de cuna pese a que su padre, Añoño, militó en el Triana Balompié, un
histórico filial del Real Betis.
Nacido en el barrio de Nervión, muy cerca del estadio Sánchez Pizjuán,
Puertas militó en el equipo del mismo nombre hasta que fue captado para los
escalafones inferiores del Sevilla, club en el que ha desarrollado toda su
carrera.
Puerta debutó en Primera división el 21 de abril de 2004, de la mano del hoy
entrenador del Athletic de Bilbao, Joaquín Caparrós. Fue en un partido ante el
Málaga, que esa tarde ganó por la mínima en el campo del Sevilla pero el
interior zurdo ya apuntó algo de lo mucho bueno que daría en su corta carrera.
En la temporada 2004-05, Puerta alternó presencias en el primer equipo con su
participación en el filial, en el que un ex jugador también canterano, zurdo e
internacional, Manolo Jiménez, lo mimó hasta convertirlo en el futbolista
desequilibrante que acabó por ser.
Al final de esa campaña, el sevillista tuvo un papel destacado en la
obtención de la medalla de oro en los Juegos del Mediterráneo de Almería 2005
por parte de España, en los que participó junto a su compañero Kepa Blanco.
Asiduo desde entonces en las convocatorias de la selección sub-21, Puerta
tuvo la oportunidad de debutar como internacional absoluto en un partido oficial
ante Suecia, en octubre de 2006 . Curiosamente, Luis Aragonés lo citó debido a
la lesión de otro producto de la cantera sevillista, José Antonio Reyes.
El gol del 27 de abril
Pese todo lo relatado, Puerta pasará a la historia por el gol que marcó el 27
de abril de 2006. Aquella noche, una excepcional volea con el pie izquierdo del
canterano en la prórroga ante el Schalke 04 alemán clasificó al Sevilla para su
primera final en 44 años y le permitió ganar la Copa de la UEFA, primer título
del club en seis décadas.
Por la trascendencia histórica de ese tanto, que permitió abrir una serie de
cinco títulos en quince meses que puede ampliarse esta semana con la obtención
de la segunda Supercopa de Europa, la acción quedó bautizada como "el gol que
cambió nuestras vidas", y así ha sido para varias generaciones de sevillistas,
que esa noche vieron desaparecer el fantasma de un club irremediablemente
perdedor.
Ese 27 de abril, era jueves de Feria en Sevilla y la expresión vino regalada:
"Puerta grande", titularon todos los periódicos. Al día siguiente, el torero
sevillano Salvador Cortés cortó cuatro orejas en La Maestranza, una hazaña
inédita en tres décadas. Salió a hombros por la Puerta del Príncipe, que aquella
tarde era la "Puerta de Antonio".