La fidelidad a una filosofía definida, la continuidad en la parcela técnica, el criterio y el raciocinio a la hora de invertir en fichajes, la discreción en el trabajo y la ambición, que a veces roza la genialidad de su presidente, son factores que acortan las grandes distancias que existen entre el Villarreal y el Real Madrid si se atiende a las cifras económicas de presupuestos y a la repercusión social de un club y otro. En eso no habría color. Lo que sucede es que el Villarreal se ha instalado entre los grandes poco a poco, sin hacer ruido, exprimiendo la racionalidad y la coherencia, y haciendo válido el sueño americano que puede convertir en millonario al hombre de origen más humilde. Y es complicado que exista algún club con una genealogía menos aristocrática que el villarrealense. Sin embargo, y pese a todo, el Villarreal se lo pondrá muy complicado al club que ha invertido 120 millones de euros en refuerzos. Tanto, que hasta puede ganarle en el Madrigal.