En la cocina del Villarreal ya se cuece desde hace semanas no solo el proyecto de la próxima temporada, sino también el de dentro de dos, tres y cuatro años, como demuestra la incorporación de jóvenes talentos del fútbol mundial que continúa en marcha y todavía registrará novedades en próximas fechas.

En el Villarreal se ficha en equipo. Sí, es un caso diferente a lo cotidiano en el fútbol donde un director deportivo al uso decide las contrataciones. Nada que ver con el modus operandi que nos compete. La red de ojeadores, en la que destaca uno de los mejores cazatalentos del fútbol mundial como es Antonio Cordón, rastrilla el mercado de lado a lado del planeta y propone las posibles incorporaciones. Después se solicita la opinión de hombres como Paquito o el mismo Pellegrini. La decisión final, después de las lógicas discrepancias y exposiciones de los pros y los contras, se adopta entre el consejero delegado (Llaneza), el director general (Roig Negueroles) y el voto de calidad del presidente del Villarreal. Con los lógicos matices así trabaja el club más admirado de España por su proyecto. Esa es la receta, amén de la dedicación, la convicción absoluta en todo lo que se hace, la rapidez de ejecución y el cariño por el Villarreal. Indudablemente se falla y se acierta. Quien quiera ver la botella media vacía, me sacará a colación algunos fracasos puntuales como Palermo, Barbosa o Guayre, pero la lista de aciertos es tan grande que el recipiente no solo está medio lleno, sino que rebosa de plenos en la diana como Forlán, Reina, Marcos Senna, Gonzalo, Rossi, Diego López, Capdevila... y un sinfín de nombres más. Cuando me solicitan, habitualmente lejos de nuestra provincia, por la clave del éxito, siempre les respondo que la receta contiene muchos ingredientes, pero los fundamentales son fe, trabajo, cariño y ambición... y un poquito de sal. Y esa la pone Roig.

Odio la violencia en el fútbol. Entre todos tenemos que luchar por combatirla. Afortunadamente, los buenos siempre son mayoría, aunque los que hacen ruido pretendan, desde su ínfima minoría, quitar protagonismo a los que realizan muchas cosas buenas por la amistad, el fomento del deporte y pregonan el bien. Tres días en San Petersburgo me han servido para observar que también hay gente que se desvive para poner su granito de arena por que primen los buenos valores que atesora el fútbol. Me refiero a la peña Celtic Submarí, un ejemplo, un modelo, un caso especial de convivencia sana, pacífica y de lo que yo entiendo que debe ser el deporte. Celtic Submarí es algo más que un grupo de aficionados que van cada 15 días a ver a su equipo preferido. Desde su sede en los bajos de Els Lluïsos, en Vila-real, se genera bonhomía, solidaridad, respeto y sentimiento por el Villarreal. Siempre sin menospreciar al rival y transmitiendo positivismo por encima de todo. Es cierto que con gente tan cabal y coherente como Ernesto Boixader o José Luis Broch, entre otros muchos, es más fácil. A mí me han ganado el corazón. El Villarreal es grande, también, por ellos.