La llama de los Juegos de Pekín prendió ayer en Olimpia, en Grecia, y con ella la larga mecha de una explosiva situación que el Gobierno chino ha querido mantener oculta a toda costa para evitar perjudicar la cita olímpica y todo aquello que suene a boicot, la gran preocupación de las autoridades del gigante asiático.

Por de pronto, y a pesar de las extraordinarias medidas de seguridad que rodeaban la ceremonia del encendido de la antorcha, China y las autoridades griegas no pudieron evitar que tres activistas, miembros de Reporteros Sin Fronteras, acreditados oficialmente para el acto, se dejaran ver y oír para reivindicar la libertad del Tíbet mientras el presidente del comité organizador de los JJOO hacía su discurso en el que, cómo no, aseguró que la llama "radiará luz, alegría, paz y amistad al pueblo de China y a todo el mundo". No se sabe si en ese "todo el mundo" incluía también al país montañoso que fue invadido en 1950. Seguramente, no.

La organización de los Juegos, que empezarán el próximo 8 de agosto, ya tiene otro motivo de preocupación. Si hasta ahora la elevada contaminación que envuelve Pekín y que amenaza la celebración de algunas pruebas, como el maratón, y los problemas relacionados con la comida de los atletas habían protagonizado las denuncias de los participantes, desde ayer hay otro elemento discordante para la organización. Y no es menor. Y no lo es porque el recorrido de la llama durará meses, recorrerá cinco continentes y puede convertirse en la mejor plataforma para los activistas tibetanos, como pudo verse ayer.

Al poco de iniciarse el recorrido de la antorcha, tres activistas tibetanos se manifestaron al paso del fuego olímpico para denunciar la "dramática situación de los derechos humanos en China", según una nota de RSF, que también denunció que los tres tibetanos que salieron al paso de la llama fueron reducidos violentamente por las fuerzas de seguridad griegas después de desplegar una bandera con unos aros olímpicos en forma de esposas. "Si el fuego olímpico es sagrado, los derechos humanos lo son todavía más", añadió en su nota RSF, que ha pedido el boicot de los Juegos. Algo que, por ahora, es más una utopía que una realidad. Y más considerando las respuestas de los distintos gobiernos desde que estalló la crisis del Tíbet hace ya dos semanas.

La antorcha recorrerá un total de 1.528 kilómetros por tierras griegas hasta el domingo, día que la llama será entregada en Atenas al comité organizador de Pekín, que tiene previsto que la antorcha también ascienda al Everest, cuyo campo base ha sido cerrado hasta el próximo 10 de mayo para evitar actos reivindicativos.