Una imagen se repetía ayer en las calles de Innsbruck. Personas de todo tipo y condición caminaban arriba y abajo con un cartón colgando: "Necesito entradas". Por una entrada de 45 euros llegaron a sacar más de 600, cantidad considerable para un partido de la primera fase. Esta situación no fue exclusiva del Suecia-España. Las horas previas del Croacia-Alemania y el Holanda-Francia también se convirtieron en un mercado persa.

Más de 30.000 suecos y 15.000 españoles coparon una ciudad generalmente tranquila. El trajín era impresionante, sin ningún tipo de control. "Acabo de vender mi entrada a un sueco por 300 euros. No está nada mal. Ya veré el partido en una carpa", decía Judith. Óscar no se podía creer el "crimen" que había cometido la chica. "Yo no vendo la mía por nada del mundo".

Los más apasionados guardaban su entrada como un tesoro. Para conseguirla, se inscribieron en diciembre en la web de la federación. Agotado el plazo, se produjo el sorteo. Con una demanda muy superior a la oferta, fueron muchos los que se quedaron sin premio. La entrada más barata, de 45 euros, valía ayer 15 veces más en la reventa.