El Villarreal no sería hoy lo que es sin la aportación en su tiempo de profesionales como Pascual, Moisés, Calleja, Vallejo, Arruabarrena, Jaime, Quique Álvarez... Todos dejaron una profunda huella en nuestro corazón. Pero el tiempo no se detiene. Si en su momento no se hubieran tomado decisiones difíciles, tampoco hoy el Villarreal sería subcampeón. Mi equipo, el suyo, el de los 20.000 socios y un sinfín más de simpatizantes, es el Villarreal, el que viste de amarillo y desata sus sentimientos. Mal iría este club, modelo en España y Europa, si se guiará por el corazón. Con dolor he visto cómo se iba gente a la que dispenso un profundo aprecio. Es la ley del fútbol. Josico es un gran tipo, que lo ha dado todo por el Villarreal y ha recibido su premio por ello. Pero sus números de la pasada temporada no son subjetivos. Quiero defender al hombre malo, a quien se culpa de la salida de Josico. Llaneza solo cumple con su trabajo y avala una decisión de los técnicos. Josico se merece todas las muestras de cariño, y más, pero un club profesional está por encima del apego de unos aficionados a un jugador. El fútbol no entiende de sentimentalismos. Con ellos, el Villarreal no estaría en Primera, ni tampoco si las alineaciones se hicieran en la grada.