Miedo a Italia? ¿Pánico a volver a caer en unos cuartos de final? ¿Por qué? Aquí no hay precedentes que valgan. La historia existe, pero el futuro es para cambiarla.

Lamentarse antes de tiempo es típico de los españoles. En vez de decir que estamos aquí, que hemos llegado jugando bien y que podemos ganar no un partido, sino hasta el torneo, aquí ya se sale con el ay en el cuerpo. Lo acepto en la prensa y en el aficionado, pero nunca en el futbolista. Si los jugadores salen con el miedo y las piernas como flanes, no habrá opción. España tiene todas las posibilidades para pasar a semifinales.

Al arrancar el torneo, defendía que siempre prefiero formar parte del llamado grupo de la muerte (como le pasó a Italia), a otro grupo de los etiquetados como fáciles (el de España). Así, si pasas a cuartos, uno ya está metido en el torneo desde el primer día; y el otro, en cambio, cuando quiere enterarse, igual ya está fuera. Ni es el caso de Italia, ni es el caso de España.

Italia está en cuartos gracias a la honestidad de Holanda y también al haberse involucrado solo en el último de sus tres partidos de la liguilla. España, en cambio, ha creado un grupo y ha reforzado al equipo, al dar protagonismo a todos en su histórico pleno de victorias. Planeado o no, ha creado una opción más, un detalle extra para añadir a su favor cara a la siguiente eliminatoria.

Ante Grecia, España encajó un gol fácil a balón parado. Tan cierto como exagerado es elegir esta acción puntual como referencia del sistema defensivo. Lo encaja con un equipo para nada conjuntado que, aun así, en el segundo tiempo ya no concedió nada atrás y sí creó mucho delante. Ahí está la referencia. En el debe de España está la presencia de una pareja de centrales con poca calidad técnica al sacar el balón: defender no es solo cerrar espacios, sino dar salida a la jugada. Esto obliga a que uno de los medios tenga que bajar a recibir, restando chispa. ¿El modo de compensarlo? Sin un central más técnico, opino que hay que echar mano de los medios con más toque. Por eso optaría por Xabi Alonso --además de buen disparo, va bien de cabeza-- en lugar de Marcos Senna.

Conociendo los cruces, ya se sabía que en cuartos iba a tocar un hueso. Solo había que ponerle nombre. Asustarse por lo evidente, sobra. Italia llega en estado puro. De muerta a vivita y coleando. Por mentalidad, por historia, ya se sabe que no saldrá a buscar el partido. Que solo lo hará, si no tiene más remedio, aunque tiene elementos para hacerlo. Personalmente, hubiera preferido enfrentarme a sus mejores hombres, contra Pirlo --números en mano, el que ha protagonizado más centros que nadie y casi más asistencias que nadie-- y contra Gattuso. Otras selecciones se hubieran lamentado de estas bajas. En cambio, con los italianos solo se sabe una cosa: más allá de quienes los suplan, los que les rodean se van a triplicar. Lo darán todo.

¿Cómo se frena a un delantero de las características y altura de Luca Toni? Rusia tiene a un elemento similar (Pavlyuchenko), que, por remates y ocasiones, podría ser pichichi. Los tipos grandes siempre son difíciles de marcar, sobre todo si son más técnicos de lo que parecen. Encima de ellos, solo en el área. Fuera de ella, siempre a medio metro. Porque así hay opción de coger carrerilla y saltar al menos como él. Tocándolo, jamás puede saber si uno está cerca o no; o si le saldrán por la derecha o la izquierda. Si se le agarra previo al salto, ahí tiene una referencia y pasa a mandar. No hay que hacer faltas laterales. Porque España no está cómoda defendiendo a balón parado y porque Italia tiene a uno de los mejores cabeceadores.