No sería descartable verle un día al frente de una selección africana. Tampoco que aceptara una oferta para dirigir a un país suramericano. Traspasado el ecuador de la vida (cumplirá 62 años en noviembre), Guus Hiddink mantiene intacta el alma de trotamundos que le ha llevado ya por tres continentes. Le faltan dos. Y parafraseando un anuncio de cerveza, donde va, triunfa. Detrás de Andrei Arshavin, el pequeño delantero que ha cegado a toda Europa; detrás de Akinfeev, Pavlyuchenko, Zhirkov y compañía; detrás de Rusia, y frente a España, en un breve retorno al punto de partida donde comenzó la Eurocopa, está Hiddink.

AVENTURAS EXÓTICAS "No necesita estar cada día en un campo de fútbol", afirmó su representante cuando anunció en marzo del 2006 que se marchaba del PSV. No lo necesita porque ha descubierto la buena vida de un seleccionador. Probó una aventura exótica con Corea y la llevó al 4° puesto del Mundial del 2002. Cogió por unos meses a Australia en el 2006 y la clasificó para octavos antes de caer frente a Italia (1-0 y en los últimos minutos, claro).

La llamada de Rusia provocó en Hiddink el mismo entusiasmo. Ya ha metido al combinado oriental en las semifinales. "Habríamos firmado, antes de empezar, pasar a cuartos. Pero vamos a más e intentaremos traspasar fronteras", aseguró Hiddink, refugiándose en el papel de víctima que se le suele otorgar a las selecciones que entrena. Aunque sea una fachada. "Tras jugar contra Suecia nadie sabía los nombres ni los equipos de mis jugadores; ahora sí", dice con orgullo.

El holandés sostiene que España es favorita. Una simple estrategia. No sería la primera vez que elimina a la Roja. Lo consiguió en el 2002. "Con Casillas tuve una buena experiencia en Corea", ironizó Hiddink aludiendo a la tanda de penaltis que provocó la eliminación de España. Con un sueldo millonario, con libertad para vivir donde quiera siempre que pase 200 días al año en Rusia, Hiddink cultiva su querencia por los placeres de la buena vida. Nadie se lo recrimina. Los resultados siempre llegan.

CON CARTA BLANCA Cuando llegó a Rusia pactó con la federación reducir el número de extranjeros y ha impuesto un código de conducta en la selección dando más libertad a los jugadores. Con límites. A Arshavin le quitó la capitanía tras su absurda expulsión en Andorra en noviembre pasado. A Akinfeev le recriminó, ante Holanda, su pique con Kolodin. Hiddink, el trotamundos que sale al pase de España otra vez ya ha dejado su sello en Rusia. A un recién nacido en una población de Bolotnoe le pusieron Guus en su honor. El crío se llama Gus Vyacheslavovich Khmyelev.