Cuando un equipo importante debe visitar Los Pajaritos, su técnico y sus jugadores le dan vueltas a la cabeza para encontrar la fórmula idónea que aumente las reducidas dimensiones del campo soriano. Por contra, la idea del entrenador local es poner todas las trabas posibles; la primera y principal es conseguir que las medidas del terreno de juego se reduzcan sin infringir la normativa. ¿Cómo se consigue sin alterar las líneas de cal? Sencillo: solo hay que poner en práctica la táctica del murciélago, que consiste en colgar del larguero de tu portería a los once jugadores... y rezar.

En la primera jornada, el Numancia recibió al Barcelona, tercer clasificado en la anterior Liga, y la citada táctica le salió perfecta. Mañana recibe al Villarreal, actual subcampeón, y todo apunta a que Kresic no va a variar lo que tan bien funcionó. El dibujo del conjunto soriano fue un claro 1-4-5-1. Por delante del portero Juan Pablo, Juanra y Cisma en los laterales, y Palacios y Boris en el eje, formando una primera línea. La segunda, de derecha a izquierda, Mario, Nagore, Moreno, Barkero y Bellvis, quedando la punta para Brit, que se quedaba en su campo, obligando al último hombre del Barça, Puyol, a adentrarse en la parcela rival.

El conjunto de Guardiola se metió en el embudo y facilitó la ya de por si impecable tarea defensiva de los de Kresic, once hombres aplicados en no dejar aparecer la creatividad y el talento azulgrana. Encima, cuando nadie se lo esperaba llegó el 1-0. El gol de Mario no hizo mas que reafirmar la filosofía ultradefensiva local, con un equipo repleto de jugadores dinámicos que --vaya contrasentido-- con su rapidez consiguieron su gran objetivo: que el ritmo de juego del Barça fuera muy lento.

Fue la historia de un partido en el que el pragmatismo y la simplicidad se impusieron al talento e imaginación. Esto es lo que se encontrará el Submarino mañana, la táctica del Murciélago, esa que convierte Los Pajaritos en una caja de cerillas.