"Esos locos bajitos que se incorporan con los ojos abiertos de par en par, sin respeto al horario ni a las costumbres y a los que, por su bien, hay que domesticar", es palabra y letra de Serrat y algo que le viene ni que pintado a estos menudos jugadores del Numancia, empeñados en alterar el cotarro futbolero de Primera. Lo de domesticarlos es fácil decirlo, pero hacerlo parece más complicado. Y si no, que se lo pregunten a los dos grandes que vienen de pasarlas canutas ante ellos.

Si a alguien le dicen que en los dos primeros partidos los bajitos de Soria le iban a ganar al Barça y que, posteriormente, iban a poner contra las cuerdas Madrid en el Bernabéu, hubiera dicho que el mundo estaba loco, loco, loco, por lo menos, el del fútbol. No hay por donde cogerlos. En Los Pajaritos, se meten en la trinchera. Montan la gran muralla china y no pasa ni el aire. Luego van al coliseo de los blancos y les enchufan tres. Tuvieron el cuarto en la última jugada del partido. A Casillas también le debe gustar Serrat, porque con la mirada parecía decir a los bajitos de rojo: "Niños, ya está bien, a ver si dejáis de joder con la pelota de una vez".