Nadie en Renault esperaba la victoria. Nadie había puesto champagne a enfriar en el hospitallity que en Singapur no es un camión, sino un coqueto local. Lo hizo Ramona, la italiana encargada de la logística del comedor. Metió algunas botellas en el frigorífico cuando Fernando Alonso se colocó líder a falta de 26 vueltas. Mucho tiempo por delante para el bicampeón, poco para que las burbujas del Mum encontrarán la temperatura ideal. No importa. Supo a gloria a su mánager, Luis García, a su mujer, Raquel del Rosario, y a un puñadito de periodistas españoles --muchos de los habituales el año pasado ya se habían tirado del barco antes de este gran premio-- para celebrar el triunfo, justo antes de correr hacia el podio para corear el himno español, para aplaudir al bicampeón en mitad del tumulto de mecánicos e ingenieros del equipo.

Pero en ocasiones así, hasta aparecen camisetas especiales de Renault e ING, incluso una bandera de España para la foto de todo el equipo en el box, y no se sabe cómo, unos aficionados asturianos --media docena encabezados por una mujer que repartía tarjetas de concejala del Ayuntamiento de Oviedo-- consigue llegar al paddock, abrazar y fotografiarse con Alonso e incluso colarse por unos minutos en el hospitality antes de ser desalojados por el jefe de seguridad de Renault. Todo vale en un día tan especial, en el que Renault volvió a ganar una carrera después de 31 grandes premios (Japón 2006) y Alonso se subió a lo más alto del podio un año después (Italia 2007).

Alonso fue felicitado por pilotos y directores de equipo en su camino del podio al hospitality, también por Stefano Domenicalli, director deportivo de Ferrari que, ojalá tuviera más poder de decisión en su equipo para fichar de una vez al asturiano. Puede que Alonso piense en ello más adelante. Ayer simplemente saboreó su victoria número 20 su podio número 50 (una cifra que solo 10 pilotos suman en la historia) para celebrar hasta bien entrada la madrugada el regreso a lo más alto. "Hoy no se duerme, da igual. Hoy vale todo y el horario ya no importa", dijo al despedirse del paddock. Le aguardaba la fiesta y unas pequeñas vacaciones junto a su mujer, Raquel, por esta parte del mundo antes de recalar en Japón mediada la semana que viene para la disputa de la carrera en el circuito del Monte Fuji. Pero esa es ya otra historia.