El Barcelona ha recuperado la confianza. Ya nada le pone nervioso, ni siquiera el acoso del Real Madrid, superado el chorreo de Liverpool. El equipo azulgrana volvió a ofrecer muestras de superioridad, de poderío, en Almería. Inició el partido sabedor del triunfo de su máximo rival en la lucha por la Liga y no le importó. Se dedicó a ir madurando al adversario para imponer su mayor clase. Sin prisas, sin nerviosismo de ningún tipo, sabiendo que se ha superado otra jornada y cada vez restan menos para alcanzar uno de los objetivos marcados.

Tan confiado estaba Guardiola sobre las opciones de victoria del Barça, que no le importó sentar en el banquillo a Etoo y Henry de inicio, dando una oportunidad a Bojan, el gran olvidado esta temporada. El Almería también jugó a favor de los culés, a poner unos desorbitados precios a las entradas del partido (hasta 270 euros) que propició que el estadio Juegos Mediterráneos no se llenara, respirándose un ambiente más bien frío en las gradas.

Con todo, la primera parte tuvo un único protagonista, el portero Diego Alves. El brasileño realizó cuatro paradones (Keita, Leo Messi, Iniesta y Piqué) y evitó que el Barça cobrara ventaja en el marcador. Fue lo más destacado de un primer periodo donde el Almería se atrincheró atrás, buscando algún contrataque que no se armó (los andaluces no llegaron a tirar entre los tres palos de la portería de Víctor Valdés), frente a un Barcelona que movía y movía el balón, pero que no hallaba huecos para romper la telaraña defensiva planteada por Hugo Sánchez para la ocasión. La coraza almeriense saltó por los aires nada más iniciarse la segunda parte. Iniesta, ese crack que siempre pasa inadvertido, sacó a relucir su calidad para asistir a Messi, que recogió el regalazo y envió el balón al poste, pero cerca de allí estaba Bojan para beneficiarse del rechace y romper la igualada. Acto seguido, Dani Alves se internó por la banda, rompió hacia el área, buscó a Messi, combinó con él y asistió a Bojan para que el chaval finiquitara el partido y al Almería con el 0-2.

Con todo resuelto, la única nota destacable la protagonizó Guardiola, que sorprendió a todos al retirar del campo al bigoleador de la noche y dar entrada a Etoo. Lo más lógico hubiese sido cambiar a Messi (qué jugó Champions) y mantener al chaval sobre el campo. Pero este Barça es diferente hasta en los cambios.