Saben los lectores que se conoce como pájara la pérdida fulminante de fuerzas de un ciclista, que le lleva de la cabeza del pelotón casi al coche-escoba. Pues eso creo que le está pasando al Castellón... o más bien dicho, a su entrenador, Paco Herrera.

Ayer, de nuevo, graves errores. Dejar a Pol en el banquillo tras su extraordinaria actuación de la semana pasada fue un error, acrecentado con los fallos de los centrales, que ni sacan balones de cabeza ni se colocan bien en demasiadas ocasiones. No sacar de inicio a Mario Rosas, otro error. Sustituir a Ulloa, uno más. Y prescindir de Omar, el enésimo del técnico. ¿Le tiene manía a los buenos jugadores?

El Castellón, cuando no buscó la portería contraria con el debido ahínco, no pudo. Además, le cayeron los goles de la misma forma que viene encajando muchos durante la temporada. Cuando quiso, no pudo, porque delante tenía al equipo más duro y violento de toda la categoría, el que mejor practica el anti-fútbol.

Resultado: una nueva derrota de los albinegros. ¿Tendremos que recordar ahora lo que tuvo que hacer la directiva el año del ascenso de Segunda B a Segunda A, en el tramo final de la Liga?

En el fútbol, como un juego que en definitiva es, ya se sabe que unas veces se gana y otras se pierde. Lo que no es muy correcto, es dar demasiados motivos para que los resultados sean negativos. Tras lo de ayer, el próximo partido no puede acabar de otra manera que con una victoria. Veremos si el equipo es capaz de dar una alegría a la afición orellut.