Además de esos seis puntos que se mantienen semana a semana, hay un curioso detalle que retrata las diferencias de estilo entre Barça y Madrid. Mientras en el Camp Nou, Pep Guardiola pide a los recogepelotas que funcionen igual que el equipo y hagan su trabajo tan rápido como lo hace Leo Messi, en el Santiago Bernabéu, los recogepelotas desaparecen cuando el equipo anda en apuros y el balón vuelve al campo tan lento como lo mueve el Madrid. Pero, comportándose como un equipo pequeño, sigue pisándole los talones a un Barça que tiene al mundo entero rendido a sus pies. Parece mentira.

"Barça solo hay uno", reconoció Juande Ramos después de salir airoso de otro partido y admitir que no hay comparación entre el juego de unos y otros. La cuestión es ganar. Como sea. "Hay veces que no se puede jugar bien y lo prioritario son los puntos", añadió. Lo que ocurre es que son ya muchas veces sin jugar bien y las cuentas les siguen cuadrando. El Madrid ha sumado 43 de los 45 últimos puntos. De récord. Y un montón arañados como ayer ante un Valladolid, que por momentos llegó a bailarle y que arrancó algún pitido del Bernabéu, un sonido que ha desaparecido este año del Camp Nou.

QUEJAS Lo que no desaparece en Madrid son las portadas y las referencias a las ayudas arbitrales que recibe el Barça, que se ve que ha de ganar por decreto. Así llevan desde ni se sabe cuándo y no hay manera de que callen. Pero esa mala intención tiene riesgos. Por ejemplo, que el Valladolid denuncie que le han robado. "Justo antes del 2-0 ha habido un penalti claro que hubiera cambiado las cosas. A la primera nos sacan una tarjeta y luego se la perdonan a Cannavaro. Son las cosas que tiene jugar en el Bernabéu", clamó Mendilíbar. Con esto no harán ruido, aunque podría pensarse que hay que mantener la emoción en la Liga por decreto.

Tan lejos y tan cerca. Así andan los dos, peleando por una Liga que merecería estar sentenciada y que, en cambio, lleva camino de mantener este injusto suspense quién sabe si hasta la cita del Bernabéu. Total, que jugando a cámara lenta y escondiendo a los recogepelotas, el Madrid está obligando al Barça a mantener la máxima tensión en la Liga cuando lo que más le convendría es tener algún respiro. En teoría, en la Champions lo tiene. El 4-0 le da más que aire para el duelo de mañana en Múnich. Otra cosa es que Guardiola nunca se relaje.

A quienes le echaban en cara la falta de experiencia, el técnico azulgrana les da casi cada semana una pequeña lección, removiendo recuerdos y episodios que ahora utiliza desde el banquillo. Es lo que tiene haber estado 10 años largos en el Barça y haber escuchado la palabra de Cruyff. Esa es la experiencia a la que Guardiola recurre a menudo, sobre todo, para pedir prudencia.

Hace una semana, antes del Bayern, se recordaba la imagen de Guardiola ejerciendo de líbero en Múnich. "Pep, tú detrás de Klinsmann", fue la consigna de Cruyff. El Barça le dio un repaso, pero se quedó en un empate y en la vuelta fue eliminado. En su reencuentro como técnicos, Pep Guardiola sí le dio un repaso de verdad, en un duelo que dejó al mundo boquiabierto.

Pero, ahora, cuando podría hinchar un poco el pecho y relajarse, Pep ha vuelto a rebuscar en el pasado para encontrar alguna experiencia que le venga bien para rebajar la euforia. Y la ha encontrado justamente en Alemania. Sin que nadie le preguntara, desenterró una de las noches más dramáticas del dream team. Ocurrió el 6 de noviembre de 1991, en el infierno de Betzenberg. "Yo viví lo de Kaiserslautern, estoy más que servido", indicó para desterrar cualquier confianza ante la vuelta de mañana.

VARIACIONES La situación es muy distinta. Entonces el Barça viajó con un 2-0 a favor. Parecía más que suficiente. Pero los alemanes, empujados por un ambiente terrible, remontaron hasta lograr un 3-0 que Zubizarreta evitó que engordara. Cuando ya se daba por hecha la eliminación, en el minuto 90, llegó el cabezazo imposible de Bakero y la historia siguió otro camino que acabó en Wembley. Nadie teme tanto sufrimiento, pero quién sabe...