Con renuncias, dudas y todo lo que se quiera, España está en los octavos del Mundial. La Roja se alejó más que nunca de sus principios, pero asestó dos golpes mortales a Chile, que fue quien realizó la mejor propuesta. Bastaron dos apariciones de Villa y Andrés Iniesta para decidir.

Se dirá otra vez que la selección española se traicionó a sí misma por renunciar a su estilo. No tuvo más remedio porque la salida de Chile fue apabullante, No engañó a nadie Marcelo Bielsa cuando adelantó que su equipo iba a hacer lo que mejor sabe, lo que había hecho para ganar dos partidos: presionar muy arriba, apropiarse del balón a España, buscar la portería contraria sin dilación y buscar siempre el último pase con una marea de rematadores.

La agresividad y velocidad de los chilenos descolocó a España que, durante más de 20 minutos, no pudo hacer otra cosa que verlas venir. Desactivado Xavi por el marcaje al hombre de Estrada, tampoco Busquets y Xabi Alonso conectaron con los de arriba en todo ese tiempo. Bastante tenían con multiplicarse para apagar los fuegos que el conjunto suramericano intentaba prender. Solo un balón largo de Capdevila al principio estuvo a punto de ser cazado por Torres, pero Jara llegó a tiempo de desviar a córner.

El bullicio de los chilenos, sin embargo, no les dio ninguna rentabilidad. Amenazaron una y otra vez con romper a la defensa española, pero no acertaron con el gol en las dos únicas ocasiones que tuvieron en la primera parte, sobre la de Mark González, que mandó alto el balón con la derecha, su pierna mala, tras una gran jugada de Beausejour.

Efectividad // Todo lo contrario que España, que sin dar tres pases seguidos se vio por delante en su primer remate. Fue cosa de Villa desde su casa. A puerta vacía, eso sí, pero con toda la dificultad que entraña acertar desde esa distancia. Alonso envió para la carrera de Torres, Bravo despejó hacia el asturiano, que de primeras con la zurda embocó (min. 24).