Tiene hambre de balón. Se le nota. En el primer entrenamiento que el Villarreal hizo en tierras irlandesas, en el magnífico complejo de Carton House, el crack asturiano demostró que su puesta a punto avanza a velocidad de vértigo. Hasta tal punto, que la intención de Juan Carlos Garrido es darle minutos en el primer amistoso de la pretemporada, que tendrá lugar mañana ante el Athlone Town, equipo de la segunda división del país que ha acogido la primera parte de la gira europea del Submarino, que le llevará, hasta el 31 de julio, también por Inglaterra y Polonia.

El propio futbolista ya se lo ha comunicado así al entrenador. Se le nota en cada movimiento y cada vez que entra en contacto con la pelota. Está loco por jugar.

Cazorla quiere dejar en el olvido una triste temporada, en la que las lesiones le dejaron fuera de combate durante gran parte de la misma. “Este tiene que ser mi año”, repite, una y otra vez, el genial futbolista cuando se le pregunta sobre lo que espera de su futuro más inmediato. “Estoy muy ilusionado, porque creo que podemos conseguir cosas importantes”, sostiene el internacional español. “Tenemos una plantilla que combina ilusión y experiencia, que es muy importante a la hora de afrontar una larga temporada”, refuerza el asturiano.

“Ahora empieza lo bueno”, dice en los albores de la estadía en las cercanías de Dublín. “Después de los entrenamientos, que han sido muy exigentes, es hora de disfrutar con los partidos”, ahondó.

Garrido dirigió ayer un ameno entrenamiento donde el balón siempre estuvo de por medio. El moderno método de trabajo del técnico amarillo no contempla nada que no sea trabajar compaginando los ejercicios físicos con los técnicos. Al final de la sesión, dividió a sus hombres en dos equipos, en un partidillo sobre la tupida alfombra de unas instalaciones que son ideales: los jugadores salen de sus habitaciones y, en apenas dos minutos andando, ya están en su lugar de trabajo.

En ese partidillo, Cazorla dejó ver de nuevo pinceladas del buen fútbol que atesora. Como siempre, haciendo gala de ese juego de toque-toque que el Villarreal puso de moda hace un lustro, el mismo que ha ido calando poco a poco en el Barcelona y en la selección española, por ejemplo.

Además, el asturiano tampoco se arrugó a la hora de esprintar, de tirarse por el suelo... evidenciando esa hambre que tiene para volver a ser el que era. H