Si Alberto Contador ha sido capaz de ganar en París el Tour del más difícil todavía, una Grande Boucle donde la salud y la fuerza física no lo han acompañado, es que el ciclista madrileño tiene más rondas francesas en las piernas y no debe preocuparse por el acecho de Andy Schleck.

Un gran campeón no se mide tanto por la gloria que exhibe de forma magistral cuando todo va sobre ruedas, como por el buen hacer a la hora de tapar los instantes de penurias, las dudas, las dificultades y, en ciclismo, el saber disimular con estilo y hasta con arte los momentos de cuesta abajo. Y esto lo ha sabido hacer Contador, en los Alpes, en los Pirineos y en la contrarreloj final.

PARÍS, EL INICIO Y EL FINAL // Por esto, por saber sufrir y actuar con inteligencia, hasta engañando a Schleck pese a la amistad que los une, ganó ayer su tercer Tour, el segundo de forma consecutiva. Lo hizo justo 50 días después de iniciarse, también en París, gracias al arte con la raqueta de Rafa Nadal, la mejor racha en la historia del deporte español: Roland Garros y Wimbledon, el segundo anillo de la NBA de Pau Gasol y el Mundial de fútbol de Suráfrica. Por eso, Contador, pese a no pedalear fino por Francia, tenía la obligación moral de aportar su grano de arena. De oro. Quizá el triunfo que más ha costado y que más le ha agotado. Contador llegó extenuado a los Campos Elíseos. Hasta dio la sensación de que le costaba mantener la rueda del pelotón cuando se corrió de verdad, cuando los gregarios de Mark Cavendish lo arropaban hacia su quinta victoria.

Llegó muerto. Pero lejos de considerar esta circunstancia como un aspecto negativo de Contador, lo que hay que valorar, es la forma inteligente en la que se ha movido y ha actuado para apuntarse un Tour en el que el hombre fuerte de la carrera no era él, sino Schleck. Una actuación que ha tenido dos protagonistas: el ciclista madrileño y su entrenador personal, Pepe Martín. Que nadie más en Astana se cuelgue medallas.

Ahora habrá que controlar el físico, que preocupa cara el futuro. Como también habrá que dar vueltas a si debe reforzar el Astana o bien aceptar la oferta de Bjarne Riis. La inteligencia sobre la bicicleta no la ha perdido, sino que la ha reforzado. De lo contrario, habría ganado Schleck...