El Villarreal concluyó su apretada minigira sin perder ningún partido. En Polonia se tomó un respiro, pero cuando apretó el acelerador, el Lechia Gdansk, un club relevante de la Primera polaca, fue un juguete en sus manos, aunque evidenció acumulación de trabajo, viajes y partidos en sus piernas. Las notas positivas fueron la confirmación de que Cazorla ha olvidado sus dolencias y las buenas sensaciones que ofreció Borja Valero, amén de la seguridad que otorgaron Kiko y Musacchio en defensa y las ganas de Hernán Pérez, una de las revelaciones de la pretemporada.

Garrido alineó un once inicial formado por Oliva, Fuster y nueve jugadores que la pasada temporada pertenecieron al filial. El técnico mantiene su plan de trabajo y de distribución de minutos que aplicará a rajatabla, salvo lesiones o imprevistos, a lo largo de la pretemporada con la vista puesta en el primer partido del play-off de la Europa League.

El Villarreal controló el encuentro de forma plácida durante casi toda la primera parte, pero ese fútbol control careció de cierta agresividad y velocidad en la ejecución de las jugadas. El peligro del Submarino sobre la portería del Lechia se limitó a tres tiros desde larga distancia de Fuster y alguna internada aislada de Montero. El resto, tocar y tocar pero sin esa intensidad necesaria para superar al rival, que muy inferior técnicamente sí que afrontó el compromiso como si se tratara de una final. Los amarillos notaron el cansancio físico lógico de una dura gira de 10 días.

El Lechia, no obstante, apenas inquietó a Oliva, muy seguro en todas sus acciones hasta que erró en el gol polaco a la salida de un córner. A balón parado llegaron después un par de sustos más para la portería del Villarreal. Y poco más. La primera parte fue de lo más flojo del Submarino en esta pretemporada.

un cambio de aires // Pese a que durante el partido solo podía hacer seis cambios, en la segunda parte Garrido fue dando entrada al bloque de los jugadores de la temporada pasada, junto a Juan Carlos en la portería. El Villarreal se mantuvo un tanto desconectado hasta que Cazorla y Borja Valero constituyeron una sociedad ilimitada en cuanto a paredes, pases en profundidad y verticalidad, no exenta de un sacrificado trabajo gris cuando hacía falta.

Hernán Pérez, uno de los notables de la pretemporada, compró acciones en la empresa del asturiano y del madrileño, junto a Rossi y Ángel. El Villarreal empezó a desplegar su fútbol de movimiento rápido de balón, con alternativas diversas en entradas por las bandas o habilitando envenenados pases interiores.

Ocasiones las hubo de todos los colores en las botas de Marco Ruben, Pérez o Rossi, hasta que el crack asturiano empató el partido con un golazo made in Villarreal. La jugada levantó una sonora ovación de la afición polaca. Rapidez, precisión, toque y clase mezclados con explosividad en una acción de tiralíneas. H