EL NUEVO ENTRENADOR del PAOK varió ligeramente el dibujo habitual, planteando un 4-1-4-1, intentando dificultar la salida del balón del equipo amarillo, pero retrocedían inmediatamente para refugiarse en su campo.

DURANTE muchos minutos, el ritmo fue desesperadamente lento. A pesar de su evidente superioridad técnica, los de Garrido no eran capaces de encontrar su mejor tono de juego. Daba la impresión de que en cuanto fueran capaces de acelerar la circulación, el PAOK lo iba a pasar mal.

EL CASO es que, entre imprecisiones e interrupciones, los griegos se encontraron en un escenario ideal y durante más de media hora vivieron un partido relativamente cómodo. Incluso consiguieron estirarse en un par de ocasiones con cierto peligro.

EL ULTIMO pase, ese que tan bien domina el Submarino, brillaba por su ausencia. Las mejores opciones llegaron en algunas acciones sueltas protagonizadas por Ángel y Capdevila llegando por el perímetro, pero los locales no lograban traducir el dominio en remates a la portería rival.

CUANDO el tedio parecía adueñarse del encuentro, hizo acto de presencia la lucidez. El pase interior de Borja Valero, la maniobra de Rossi y la definición de Marco Ruben fueron lo más rescatable de una primera parte bastante insulsa y monótona.

EL ARRANQUE del segundo periodo del encuentro fue una prolongación del primero. El gol en contra obligaba al PAOK de Salónica a hacer lo que menos sabe, que es por supuesto atacar, lo cual es una obligación que, en la actualidad, al equipo griego le viene muy grande, demasiado, acostumbrado como está a vivir esperando constantemente a sus rivales en el campo propio.

NADIE DIO un paso adelante intentando modificar el guión, unos para sentenciar definitivamente el partido y los otros para buscar el empate que les mantuviera líderes del grupo D. El griego es un equipo que no tiene filo y el Villarreal pareció conformarse simplemente con no verse comprometido, como sabiéndose netamente superior a su rival.

AÚN ASÍ, esa aparente relajación propició que los amarillos sufrieran dos o tres remates desde la media distancia, pero Diego López nunca se vio exigido. La opción más clara la tuvo el Submarino, en una asistencia de Rossi a Marco Rubén que tapó bien el guardameta del PAOK, Kresic.

EL ITALIANO fue sustituido y dejó un poso de compromiso con el equipo. A pesar de que llegaron pocos balones limpios arriba, siempre se mostró a los compañeros y suyos fueron los mejores detalles de calidad en el ataque.

TODO TRANSCURRIÓ sin mayor novedad hasta el final. Para el Villarreal fue más preocupante el exiguo marcador que el rival. Los de Garrido ya suman de tres en tres en Europa, a pesar de que todavía no han ofrecido su mejor nivel, pero son netamente superiores a sus tres rivales del grupo. H