Allí donde le pongan, Messi marca la diferencia. Sea de delantero centro o de mediapunta. A la espera de que Villa rompa con su mal fario con el gol, siempre quedará Messi para calmar al Barcelona, acallar La Romareda, completar un inicio de temporada brutal fuera de casa (12 puntos de 12 posibles) y demostrar que con un 3-4-3, el equipo de Guardiola también vive una tarde relativamente tranquila en Zaragoza.

A medio gas, como si dosificara la máquina, ganó el Barcelona, aprovechando que Ponzio se expulsó de manera totalmente absurda dejando a su equipo a la intemperie. En un clima terriblemente hostil, el Barça resistió gracias a esa zurda del incombustible Messi, que vale un tesoro.

UN NOVEDOSO 3-4-3 // Empeñado como está en renovar el juego en su inacabable búsqueda de nuevos límites, Guardiola exploró ayer la vía del 3-4-3, lo nunca visto. Al menos, de salida. ¿Y el Zaragoza? Con todos los defensas del mundo, diríase incluso que pusieron la Basílica del Pilar delante de Doblas. Más de 40 minutos resistió la construcción aragonesa en un intenso partido. Por las patadas, las interrupciones y la sensibilidad de La Romareda.

Al Barcelona le costó coger el hilo, aunque tampoco sufrió demasiado con esa línea de tres defensas ya que tan solo Braulio, que disparó mal, y Jarosik, en un cabezazo, se asomaron al área de Valdés. De la manera más antiazulgrana llegó el gol que tumbó la fe maña y, de paso, al Pilar. Keita, impagable trabajo el suyo, rebanó una pelota en el centro del campo y pilló a toda Zaragoza mirando despistada al cielo cuando Villa, en una acción colosal, quebró con la cintura, y con su velocidad, hasta a tres defensas antes de dejar solo a Messi.

El partido se durmió, hasta que Messi despertó para derruir definitivamente el Pilar y silenciar La Romareda. Luego hubo gritos de indignación contra la directiva y contra Dani Alves, por provocar la expulsión de Ponzio. H