Gonzalo Rodríguez, que recuerda al central cotizado e infranqueable de su mejores momentos, junto con un Marchena que ha encajado como un tornillo en su rosca correspondiente, y las grandes prestaciones ofensivas y defensivas que ofrecen ahora Capdevila y Ángel, mantuvieron a raya al dúo Diego Costa-Agüero. Afortunadamente, Quique dejó en el banquillo a Forlán. Mención a parte para Diego López, cuando se le necesita, aparece como ángel salvador. Anoche no hizo falta, pero estaba ahí.

El segundo, el equilibrio táctico y la perfecta sincronización entre dos mediocentros como Bruno y Senna que saben jugar la pelota con criterio y ejercer de garante de la fortaleza como bloque en la contención. Cazorla y en esta ocasión Cani se encargaron de la fantasía, eso sí, acompañada también de un importante trabajo físico en beneficio del colectivo. El tercero, los radioactivos. Sí, porque Nilmar y Rossi se mueven a la misma velocidad que se descompone un átomo de uranio. Ambos constituyen una de las parejas más peligrosas del fútbol europeo en ataque. El brasileño estrenó novedades dentro de su ámplio repertorio. Entre ellas un pase interior genial que Cani, con brillantez, convirtió en gol a los ocho minutos. Los dos niños malos del ataque amarillo se repartieron las travesuras. Rossi hizo una de las suyas y anotó un golazo de genio en los albores del segundo tiempo. El 2-0 apuntalaba el triunfo, algo que a veces le cuesta conseguir al Villarreal.

Juan Carlos Garrido añadió un nuevo futbolista a su lista de titulares. Y con Matilla, que anoche sustituyó a Senna al descanso, ya son 16. Una cuestión muy importante para potenciar el fondo de armario del Submarino. El Villarreal mejoró en la segunda parte. El Real Madrid supera en un punto al equipo de Garrido, pero en buen juego el groguet power lleva mucha ventaja a los merengues de Mourinho. En España nadie, ni el mismo Barça de Guardiola, juega como el Villarreal. Puro espectáculo. El Madrigal volvió a convertirse en la Ópera de Viena del fútbol español. H