Fiel a su filosofía, el Barça de Guardiola solo levanta la voz en el campo y lo hace con toda la elegancia. Fuera, calla. Ni con ocho títulos a cuestas el equipo ha perdido el respeto y la humildad que Pep transmite obsesivamente. Y nada de eso va a cambiar por más ruido que hagan desde el Bernabéu, donde José Mourinho va lanzando mensajes cada semana.

La consigna en el vestuario es no responder. Oídos sordos, sobre todo, ante la certeza de que esa estrategia irá en aumento conforme se acerca el clásico. Ayer, Xavi Hernández dejó claro que el juego del Barça es otro. “No entraremos en la guerra dilática, queremos la guerra en el campo y demostrar que somos mejores. No tiene importancia lo que digan los demás”, destacó.

Es una cuestión de estilo, y el del Barça es sobradamente conocido. Solo le interesa el balón. Hablar en el campo, como lo hizo el sábado ante el Sevilla. Como lo hizo Villa, después de haber encajado sin abrir la boca las insinuaciones que, con muy mal estilo, le ponían en el mismo saco que Benzema. Después de marcar dos goles, tampoco se tomó la revancha, aunque es fácil cómo debía sentirse por dentro. “No me sentí aludido porque mis estadísticas niegan lo que dijo. Estas en internet para que las consulte cualquiera. Yo solo atiendo a lo que dice Guardiola”, fue la reacción del goleador que, como todos, ni siquiera nombró a Mourinho.

Guardiola, sí, y cuando lo hace casi siempre es para elogiarle. “Es probablemente el mejor entrenador del mundo”, dijo entresemana del portugués, reacio a enzarzarse en cualquier tipo de refriega, un terreno donde el luso se mueve como nadie y que, con la proximidad del clásico, es lógico que intente explotar. O igual no. En territorio culé todos saben que esta no es su manera de luchar. Así que en esa guerra, Mou no tendrá con quien pelearse.

CAÍDA DEL VALENCIA // En la otra, en la que realmente cuenta, unos y otros andan pisando fuerte, mientras el resto empieza a sufrir para seguirles el paso. El Valencia llegó líder al Camp Nou y, desde entonces, se ha despeñado. En Mestalla han pasado de frotarse los manos ilusionándose con meter la nariz entre los dos grandes a meterse la mano en el bolsillo para sacar el pañuelo tras empatar con el Zaragoza. Y lo mismo, los que le acompañaban en la parte alta, el Villarreal, el Espanyol, reforzando la sensación de que esta Liga lleva camino de seguir el mismo guión que la anterior. Los números de unos y otros no son muy diferentes. Aunque en Madrid eleven a los cielos a Mourinho, solo ha sumado un punto más que Pellegrini. Justo el que le permite estar por delante del Barça, que lleva un punto menos que hace un año. Pero a la hora de repasar los rivales de estas nueve jornadas la diferencia es notable. Con más o con menos esfuerzo, el Madrid ha labrado el liderato frente a una lista de rivales que habitan por la parte baja. Nada que ver con el calendario inicial azulgrana, con enemigos más serios y una doble salida comprometida: San Mamés y el Calderón. Precisamente, el Atlético –sin Perea ni Godín– visitará el domingo el Bernabéu, un derbi que casi siempre es blanquísimo, y que empezará justo cuando acabe el partido del Barça en Getafe.

Con la Champions de por medio, Mourinho, que regresa a Milan, tiene otras cosas que pensar. Pero no puede disimular que tiene al Barça en la cabeza. El campeón, entretanto, juega y calla. Ni siquiera se preocupa por el buen momento de Cristiano Ronaldo.

EL GOLEADOR BLANCO // Hace un año, el fichaje más caro de la historia del fútbol arrastraba su maltrecho tobillo derecho tras caer lesionado el 30 de septiembre ante el Olympique de Marsella, en el Bernabéu. El 10 de octubre recayó de ese percance por jugar con su selección. Cristiano era un hombre amargado y el Madrid, un equipo sin rumbo: siete partidos sin el luso y solo dos victorias. Ahora todo es diferente. Cristiano es el faro del Madrid y es el primero de la clase para Mourinho.

Con el siete de Raúl a la espalda, el portugués vuelve a enfrentarse a su reto de ganar algún título con el Madrid. Esta campaña, la llegada de Mourinho ha realzado aún más la figura de CR7, que se ha convertido en el emblema del equipo, según el técnico portugués. “Conocía a Cristiano como jugador, no como persona. Ahora le conozco y es un ganador porque se preocupa por su equipo y por ganar”, decía Mou. H