Quique Pina es uno de los personajes más singulares que pululan por el fútbol. Los albinegros tuvieron la oportunidad de sufrirlo en sus carnes, cuando aquel Ciudad de Murcia se cruzó en el camino del Castellón de los récords dirigido por Oltra, enterrando sus opciones de ascenso en una liguilla en la que la ahora alma máter del Granada recurrió a oscuras maniobras.

Aquel Ciudad de Murcia, nacido de la nada, quiso volar tan alto, que se quemó. Rozó la Primera División, pero desapareció el apoyo institucional y el empresario, representante y muchas otras cosas más trató de repetir milagro con el Granada 74. Le salió mal, pero aterrizó en el equipo nazarí por excelencia, donde ha encadenado dos ascensos consecutivos.