Hace tres años, un importante banco inglés se instaló en Madrid para formar parte del negocio futbolístico. Sus ejecutivos se pasaron dos meses de sorpresa en sorpresa. El primer susto se lo llevaron cuando empezaron a gestionar operaciones y los clubs les ofrecían como aval su contrato televisivo. La dirección del banco se negó en rotundo.

¿Motivo? En Inglaterra es la Football Association quien garantiza al banco que va a cobrar, ocurra lo que le ocurra al club. ¿Razón? Más sencilla: la asociación negocia y posee el contrato de los derechos de TV y esa impresionante fuente de ingresos es suficiente garantía para ese o cualquier banco. En estos momentos, ya no hay ningún banco español que acepte como aval el contrato de TV de la Liga.

Según los expertos consultados, la quiebra del fútbol español es culpa, especialmente, de quien debía controlar su gasto y no lo hizo. Y, para ejemplo, la ley concursal. “Cuando una empresa de lámparas entra en suspensión de pagos, acogiéndose a esa ley, lo hace para encauzar su liquidación. Cuando lo hace un club, la intención jamás es su liquidación, sino su supervivencia, lo que acaba convirtiéndose en un plan de saneamiento encubierto. Al final, sospechas que los clubs lo hacen para coger oxígeno, sin intención de sanear su economía y cambiar su despilfarrador criterio de gestión”, narra Miquel Terrasa, abogado consultado por el Consejo Superior de Deportes.

Para todas las fuentes consultadas es esperpéntico que los tres organismos que supervisan este deporte hayan sido incapaces de controlar sus cuentas. La sensación de que la Federación tiene como única preocupación sacar el máximo partido, deportivo y económico de la Roja, es evidente. La Liga carece, no ya de un presidente solvente, sino de la mínima credibilidad para imponer unas normas de gestión y evitar que sus socios se endeuden. Y, por lo que hace referencia al CSD, está atado de pies y manos. H