Conforme se acerca el 5 de julio, fecha de inicio de los entrenamientos del Arsenal, Cesc se aleja de Londres. Si de él dependiera ya ni se subiría al avión de vuelta a Inglaterra y se quedaría en Cataluña hasta que el 18 de julio se ponga en marcha el Barça. Cesc quiere estar ahí, con sus amigos de la infancia. Esta operación, que se lleva más de un año barajando, entra en la recta final.

Falta, sin embargo, concretar lo más importante: el precio. Se discute, por tanto, la puesta en escena de uno de los traspasos más complejos de los últimos tiempos, similar, por ejemplo, al de Villa. Guardiola tuvo paciencia para esperar al asturiano durante una temporada. Pudo venir en el 2009, pero no hubo acuerdo. Llegó Ibrahimovic, no cuajó, y el técnico reabrió la puerta al Guaje, previo pago de 40 millones. Fue el último fichaje de Laporta.

NI 40 MILLONES NI 30 // Quiso luego traerse a Cesc, pero no lo consiguió. Tampoco Rosell, a pesar de que el Barça hizo una oferta de 40 millones. A la segunda tampoco triunfó porque hace una semana Josep Maria Bartomeu, el vicepresidente deportivo, viajó a Londres con una proposición de 30 millones. No convenció al Arsenal. A Barça le toca aumentar esa cifra sin llegar al tope de 40, mientras el club inglés ya planifica la vida sin Cesc. No solo sobre el césped, donde Wilshere, con 19 años, se perfila como nuevo líder del equipo y planea fichar al argentino Ricardo Álvarez, sino en aspectos más cotidianos. Ayer, el Arsenal presentó su nueva equitación reserva y ni rastro de Cesc. No salía ni en el vídeo. Sí estaba, en cambio, Nasri. Con mala cara, pero estaba posando con esa zamarra. Con mala cara y ninguna sonrisa porque es pretendido por el Manchester United. A Wenger se le acumulan los problemas. H