No existe en el fútbol español un presidente tan respetado en su entorno como Fernando Roig en el Villarreal. Él es el principal aval que posee un club, que continúa despertando curiosidad y admiración a partes alicuotas fuera de la provincia. Es evidente que estamos hablando de un hombre con un carácter, coherencia y una visión de futuro fuera de lo usual. Siempre digo de él que es una persona que si no puede hacer lo que quiere, siempre quiere lo que hace.

El Villarreal ha crecido tanto que ahora mismo está lejos de ser solo el equipo de una localidad de 52.000 habitantes. Sus más de 21.000 abonados y la media de asistencia a su estadio, que supera los 18.000 espectadores, le confieren una dimensión notable. Para lo bueno y para lo malo el Villarreal ya no es un equipo de pueblo que representa a la localidad que alberga la sede del club.

Se trata de un proyecto de autor con apellido Roig. Sí, pero cuando el presidente se equivoca, o no anda fino, también hay que hacérselo ver. Y su reacción queriendo proteger contra viento y marea a su entrenador y su proyecto se me antoja exagerada. El 95% de la masa social del Villarreal sabe y aprecia lo que ha hecho Roig por su club. Es tan obvio que elogiarlo tanto parecería un derroche innecesario de jabón. Este club ya no es de pueblo y pueden, y deben, aparecer voces discordantes, como la del socio que le recordó al presidente que los números de la segunda vuelta del año pasado y los de este ejercicio son casi de descenso. Y el abonado anónimo demostró un respeto y un cariño por el Villarreal fuera de toda duda. Yo no estoy de acuerdo con las críticas desmesuradas al equipo, y así lo he escrito en este Directo, pero escucho a todo el mundo, tomo nota y aprendo de cada una de las opiniones. Luego extraigo mis conclusiones.

Roig quiere un entrenador de club y no de equipo. Garrido se ajusta a ese perfil. El presidente no tiene porque quemarse a lo bonzo ni desgastarse en un tema que para él no presenta debate. En 15 años solo ha destituido a cuatro técnicos (Irulegui, Caparrós, Víctor Muñoz y Valverde), porque Floro presentó su dimisión. Garrido ha asumido sin rechistar la reducción de presupuesto y los recortes para confeccionar un plantel en el que han ascendido 15 canteranos al primer equipo en año y medio. En el vestuario no se discute al técnico, de momento por lo menos.

Ahora bien, yo me quedo con el Garrido valiente y ambicioso de sus inicios. Al técnico solo le pida que siga siendo él y que no se deje influir por una presión que no existe respecto a su persona porque Roig no le ha cuestionado nunca. En Getafe, el técnico amarillo pecó de conservadurismo, posiblemente por ese miedo a perder y a resquebrajar esa autoestima que no anda alta en el equipo.

Y también tengo que defender el actual modelo de gestión ante aquellos que dicen que se nota que Llaneza ya no manda. Para mi el actual vicepresidente es coparticipe, junto a Roig, de todo lo bueno que ha hecho este club, pero la dirección continúa siendo acertada y coherente. Fernando Roig Negueroles sabe perfectamente lo que se lleva entre manos pese a que haya quien critique a sus espaldas sus decisiones en su propia casa. La gran diferencia es que ahora se gestiona el Villarreal con muchos menos medios económicos que antaño. Y errores, por supuesto, también se cometen, como pasaba antes y pasará mañana. Por ejemplo, no el no vender a Nilmar. Me niego a afirmar que De Guzmán, Zapata o Camuñas sean considerados como tales en la 7ª jornada.

Y si quieren en las diferencias incluyan también la suerte en el sorteo Champions y las lesiones. Yo sigo creyendo en el Villarreal, eso sí, con los pies en el suelo. Nunca perderé mi espíritu crítico, como espero que les pase a ustedes, pero tampoco dejaré nunca de defender a muerte lo de mi tierra. Esto acaba de empezar. Hoy viajo a Manchester con la maleta cargada de ilusión. H