Nadie hubiese apostado, no hace años, ni siquiera hace meses, que un Mini pudiese ganar el Dakar. Y sí, todo parece indicar que lo va a ganar. Claro que es un Mini que no tiene nada que ver con aquellos Cooper S que en 1964 y 1965 alcanzaron fama mundial en Montecarlo para, en manos de Paddy Hopkik y de Timo Makinen, convertirse en los utilitarios más famosos de la época.

Los Mini que a partir de mañana estarán en manos del francés Stéphane Peterhansel -ganador de nueve dakares (tres en moto y seis en coche)- y del catalán Nani Roma -vencedor del Dakar en motos en el 2005-, no tienen nada que ver con aquel juguete. El nuevo Mini es grandote, cuatro puertas, alto, robusto, poderoso, saltador, velocísimo sobre la arena y capaz de soportar cualquier martirio.

Esos dos Mini se mezclarán con otros 445 participantes (159 coches, 181 motos, 74 camiones y 31 quads) y afrontarán un Dakar un poquito más corto pero más duro, ya que de los 8.373 kilómetros de recorrido, más de 4.400 serán contrarreloj. Es evidente que, con 447 equipos representando a 50 países, nadie puede hablar de crisis, pese a que marcas como Volkswagen hayan tirado la toalla tras dominar la prueba con Nasser al Attiyah y Carlos Sainz, gran ausente.

Al Attiyah, repescado a última hora, lo intentará con un Hummer, mientras que Giniel de Villiers lo hará con un Toyota. Todos pelearán por subir al podio en Lima (Perú).

Donde sí puede haber pelea y de la buena será en motos. Cyril Després y Marc Coma intentarán que KTM repita victoria. Lástima que los médicos no hayan autorizado a participar a David Frétigne (Husqvarna), pues hubiese sido un enorme rival. No obstante, su moto la llevará el benicarlando José Manuel Pellicer, que junto al torreblanquino Joan Barreda buscarán la sorpresa. Otras alternativas son Chaleco López (Aprilia), Helder Rodríguez (Yamaha) y David Casteu (Yamaha). Porque el secreto del Dakar es que ni siquiera los favoritos lo tienen fácil. H