El vestuario del Castellón, más confundido que nunca, trata de seguir con la rutina habitual de los entrenamientos... aunque cuesta. El día de ayer fue un buen ejemplo.

La sesión volvió a pasar a un segundo plano, en parte porque nadie quería estropear el césped de Castalia por la lluvia que caía. Fernández Cuesta dirigió una especie de terapia de grupo. La plantilla, además de despedir a Eduard y Aridani (los dos que el jueves sí consiguieron desvincularse del club, con el reconocimiento de deuda en su poder), habló bien a las claras. De lo que se trata es de tener la máxima predisposición posible para afrontar la visita del Ribarroja, porque la competición no perdona. Así, todos, incluídos los seis jugadores que también trataron de marcharse, expusieron su voluntad cara al encuentro de mañana.

De hecho, Fernández Cuesta lo corroboraba: “No hay nadie que haya dicho que no está para jugar, que no tiene la cabeza puesta en el Castellón”. El madrileño admitó que ésta había vuelto a ser una semana desagradable y en la que, desgraciadamente, el fútbol ha vuelto a estar en un segundo plano, aunque contribuía al rearme moral del grupo.

“Ya estamos centrados en el partido. Los que salgan, lo darán todo por esta camiseta, por los 4.200 socios y los casi 90 años de historia de este club... pase lo que pase el lunes, que será otro cantar”, esgrimía, en alusión a que el Castellón emplazó a ese día la posibilidad de conceder más bajas. “Lo hemos hablado en el vestuario y todos tienen la máxima predisposición para dejarse el alma y ganar al Ribarroja”, enfatizó Cuesta. Sobre el destino del club, se encogió de hombros: “Estamos al margen de lo que pueda pasar, aunque su futuro es el nuestro y el emocional de mucha gente”. H