El Barcelona vuelve a sufrir otro golpe descomunual. Lo vuelve a sufrir, en cuerpo y alma, Eric Abidal, a quien se le ha reproducido la enfermedad en el hígado y le obligará a pasar nuevamente por el quirófano para ser objeto de un transplante. Justo un año después de que anunciar la presencia de un tumor en ese mismo órgano, el Barça comunicó ayer que el galo deberá dejar el fútbol, quién sabe si definitivamente.

Superado el trance anterior de Abidal, entre marzo y mayo del 2011 -hasta que el francés reapareció ante el Real Madrid y alzó la Champions de Wembley-, cuando el vestuario se había rehecho anímicamente del cáncer detectado en noviembre a Tito Vilanova (segundo entrenador), ahora debe asumir la pérdida de Abidal.

Pep Guardiola pasó el tragó de explicar a la plantilla la nueva batalla de Abidal. El defensa acudió como cada día al entrenamiento y habló con sus compañeros. Se expresó con la jovialidad habitual. La misma de siempre, la misma del año pasado.

En una grotesca coincidencia al coincidir con el año exacto de aquel comunicado, el Barça informó del avance de la dolencia de Abidal. “Durante las próximas semanas, el jugador será sometido a un transplante de hígado dada la evolución de su proceso hepático. El transplante era una opción ya indicada desde el inicio de su tratamiento hace ya un año”.

La noticia cogió por sorpresa a los futbolistas, pero era conocida por algunos en el club, empezando por los médicos, la cúpula del cuerpo técnico y parte de la directiva. Abidal había seguido un tratamiento médico específico y un seguimiento estricto. Hace unas semanas, en una de las revisiones periódicas, los indicadores salieron muy alterados, anunciando que la enfermedad, causada por el virus B de la hepatitis, se había reproducido. Entonces, el club lo enmascaró bajo una pubalgia, hasta que ayer ya todo el mundo descubrió la triste realidad. H