Una lección de profesionalidad. Eso es lo que dieron los jóvenes futbolistas del Villarreal B ante el Huesca en un partido marcado por la debacle del primer equipo, que descendió el pasado fin de semana y arrastró al filial amarillo a Segunda B. Con una grada entregada, reconociendo los méritos de un equipo descendido por los errores de sus mayores, y nuevas muestras de apoyo y ánimo a la cúpula del club, con una cerrada ovación a Roig y Llaneza que ambos agradecieron en el palco, el Villarreal B salió a darlo todo.

Pese al golpe del tempranero 0-1, el filial reaccionó sabedor de que no tenía nada que perder. Justo cuando se cumplía el primer cuarto de hora llegó el premio del gol. Manu Trigueros ejecutó una falta lateral y Kiko marcó con un certero testarazo. El Mini Submarino no se conformó con el empate. El 2-1 llegó nada más iniciarse el segundo tiempo, en una jugada embarullada resuelta por Pere tras una serie de rechaces. Truyols amplió la ventaja y, aunque el conjunto oscense volvió a meterse en el partido tan solo tres minutos más tarde gracias a Núñez, Manu Trigueros se lo guisó y se lo comió, forzando un penalti que él mismo transformó, para sentenciar definitivamente el partido y demostrar que el filial competirá hasta el final. H