Llegó, cómo no, en helicóptero. Era, es Michael Schumacher. Poca broma. Grande entre los grandes. De los grandes que se fueron y han regresado. Ustedes ya me entienden. Y bajó de los cielos porque algo tendrá allá arriba, un apartamento o algo así. Y vino en autogiro porque lo trajo Monster, esa bebida reconstituyente que, si no proporciona alas, lo parece. Y aterrizó en la parrilla de MotoGP. Y saludó a todo el mundo. Y, luego, se fue al box de Cal Crutchlow, junto a Randy Mamola, el pillo que más sabe de esto (será por sus cuatro subcampeonatos del mundo de 500 cc) y alguien se le acercó, a Schumi, claro, y le preguntó qué le parecía que Casey Stoner, el campeón, haya anunciado su jubilación con alevosía y premeditación. “Pues qué me va a parecer, normal, aunque me parece muy joven para dejarlo. Ya volverá. Quiero decir que para correr en MotoGP, que es durísimo, durísimo, tienes que estar muy muy motivado y con la cabeza al cien por cien en ello. Si no yo creo que lo mejor es dejarlo”, aseguró.

LORENZO VOLÓ BAJITO // Se apagaron los semáforos. Y, bajo la lluvia y sobre la cristalina y resbaladiza pista de Le Mans, sobre el montón de charcos que flotaban sobre el trazado francés (hubo quien pensó que el supuesto y falso título de patrón de yate le serviría esta vez a Dani Pedrosa, pero no), arrancaron todos los caballos y caballeros. Y se notó que los hay con mayor motivación y más... bueno, eso, con más coraje o con la cabeza más puesta en las carreras en comparación con el bicampeón australiano.

Por ejemplo, ese soberbio Jorge Lorenzo (Yamaha), que sumó su segunda victoria (Catar y Le Mans) después de escaparse y escaparse, irse, volar, surfear, sin título para navegar sobre las aguas pero más patrón del Mundial que nadie, que el resto. Es más, llega al trazado de Montmeló (próximpo 3 de junio) como rey de reyes, con ocho puntos más que Casey Stoner, vencedor de las dos otras carreras (Jerez y Estoril).

Y eso que Stoner no parecía estar pensando en Adriana, su preciosa esposa. Ni en Alessandra, su bebé de tres meses. Ni en su padre Colin, que le cuida la granja, las ovejas y le afina el carrete de la caña para ir a pescar allá en su lejana Australia. Parecía que Stoner estaba por la labor, mientras Pedrosa se hundía en el fondo del grupito perseguidor. Pero no estaba Stoner para soportar muchos apretones. Y menos los procedentes de un hambriento, de un campeonísimo, igualito, igualito que Michael Schumacher, llamado Valentino Rossi, que, como llovía, supo sacarle partido a su Ducati. “Cuando te vas a la cama y rezas, y pides que llueva, que llueva mucho, es que estás metido en la mierda, porque si fuésemos rápidos en seco no pediríamos que lloviese”. Y llovió, sí.

LA OBRA DE ROSSI // Mientras Lorenzo se marchaba de forma impresionante y dejó las migajas para el resto (hubo cinco vueltas, de la 10 a la 15, en las que sacó cuatro segundos a Stoner y los demás), Rossi decidió convertir la mierda en nata, en crema, en tiramisú, en delicias de Francia. Y lo hizo de forma tan maravillosa, bueno, como solo él sabe hacerlo, que pareció el Doctor de siempre, de otras décadas.

Primero se peleó con Crutchlow, el amigo de Schumi y Randy, y luego, o a la vez, con Andrea Dovizioso, ambos con Yamaha. A Crutchlow lo forzó tanto que acabó rodando por los suelos. Y a Dovi simplemente lo dejó atrás, atrás, atrás. “Apreté tanto, retorcí tanto el puño del gas para alejarme de Andrea que, de pronto, me vi pegadito a Stoner. Y pensé ‘ya que estás, inténtalo’”, señaló.

Y mientras Lorenzo olía a ganador, a líder, a favorito, Rossi afilaba las uñas. Hubo tres momentos estelares. De los dos primeros, Stoner supo y pudo recuperarse, sobrevivió gracias a su experiencia. Pero del tercero ya no. Fue un adelantamiento brutal de Rossi entrando a todo meter (y salir) en la chicane, nada fácil. Stoner ya no pudo recuperarse. Y lanzó la toalla. ¿Como hizo el jueves? No, aquel día solo dijo que lo dejaba en noviembre.

No parece que lo de ayer fuese el primer abandono del piloto australiano. No. Simplemente se encontró a Valentino Rossi haciendo un pastel con la mierda. Y cuando alguien como el Doctor se convierte en Ferran Adrià, olvídense, estamos ante la reconstrucción del motociclismo. Obra de Rossi, con firma, eso sí, de Jorge Lorenzo, que estuvo por encima de las nubes de las que bajó Schumi. Uno de los grandes. H