Al final, muy al final, vio España la luz para entrar en los cuartos de final con una victoria sobre Croacia, un rival que planteó a los campeones de Europa y del mundo una batalla durísima. Tanto que, después de protegerse con suma eficacia y neutralizar el juego de toque español, amenazó seriamente la progresión de la Roja en el torneo. Después de haberse refugiado nuevamente en los reflejos de Iker Casillas, Cesc, Iniesta y Jesús Navas aprovecharon un desajuste final de la defensa croata para decidir un encuentro en el que la selección volvió a dudar más de la cuenta.

No hubo ni pasteleo ni gaitas. No era la intención de ninguno de los dos equipos, por más que en algún momento se pudiera pensar que la selección balcánica estaba más pendiente de la cuenta de lo que pasaba en el otro partido. La entrada en el choque de España resultó lo dominante que podía esperarse. No puso demasiadas pegas para ello Croacia, que desmintió enseguida sus presuntas intenciones de discutir a la Roja el balón como mejor manera de intentar abonar sus intereses. Cedieron los croatas la pelota y la mayor parte del campo a los peloteros españoles, se agruparon bien atrás con dos líneas muy juntas y dejaron pasar el tiempo a la espera de encontrar alguna salida favorable, lo que no se produjo hasta casi pasada media hora. Nada nuevo en el horizonte del equipo español, que pese a su monopolio del balón no encontró durante mucho tiempo la manera de profundizar hacia la portería de Pletikosa. El duelo comenzó con una buena promesa en forma de pase exquisito de Silva a Iniesta, que este no pudo rematar con eficacia, pero derivó pronto hacia un monótono discurso del que no salió nada productivo hasta el gol de Navas.

DOMINIO SIN PEGADA // Al cuarto de hora, 56 toques seguidos dieron los españoles en zona templada sin que los croatas se inmutasen. Una dinámica que intentó romper Torres con su primer desborde por la derecha; superó a Pranjic y, ante la falta de ayuda de algún compañero, se la jugó con un duro disparo con poco ángulo que Pletikosa neutralizó.

No hubo forma de cambiar la deriva del encuentro en todo el primer tiempo porque, como primera premisa a resolver, Xavi no se encontró nada cómodo, siempre apretado por Rakitic y algún otro, pese a que volvió a ser el hombre por el que más veces pasó la pelota. Ni en corto ni en largo vislumbraba España la posibilidad de ponerse por delante.

Croacia sí atisbó la posibilidad de marcar con una barrabasada de Ramos, que fue como un tren a impedir la internada de Mandzukic cuando el delantero entraba en el área. Un penalti que el árbitro perdonó a España y que el atacante croata siguió reclamándole el resto del choque.

Pese a estar obligada a buscar el gol por la ventaja italiana, Croacia esperó al segundo tiempo para sacar todo su armamento. Modric, no podía ser otro, se puso al mando de las operaciones y en una contra iniciada por Rakitic acabó poniendo el balón de fábula al propio centrocampista del Sevilla, que cabeceó solo en el segundo palo en una acción que en la grada llegó a cantarse como gol. Pero se interpuso Casillas para dejar las cosas como estaban. Ni dos minutos tardó Del Bosque en quitar a Torres y meter a Navas, y España siguió expuesta a cualquier accidente.

No fue hasta que entró Cesc por Silva cuando el conjunto español comenzó a soltarse. Fàbregas, nada más entrar, no se decidió a tirar después de un gran servicio de Iniesta. En el mismo minuto, Casillas tuvo que aparecer de nuevo para repeler un duro remate de Srna que culminaba una gran contra croata. El partido se abrió y al fin España encontró la tranquilidad porque un tanto de Croacia la hubiera mandado a casa. Cesc metió la cuchara, elevó el balón por encima de la zaga rival y recogió el regalo Iniesta, quien a su vez asistió a Navas, solo ante la meta vacía, para liquidar el asunto. H