Parecía que jamás volvería a ocurrir algo similar en Francia, pero no faltó mucho. Solo la intervención de Laurent Blanc, un tipo inteligente y respetado, y de algún peso pesado ya escarmentado, como Ribéry, evitó el desastre. Tras la derrota ante Suecia, el pasado martes, se oyeron gritos en el vestuario bleu. Los egos y las discusiones volvieron, pero esta vez había un par de diferencias. Al frente no estaba el gris Domenech y la selección seguía viva.

Blanc analizó ayer sin tapujos el amago de crisis. “Sabemos de dónde venimos y a dónde vamos. Hay gente que todavía tiene sus demonios dentro. Es cierto que dos o tres jugadores gritaron, pero la rabia es necesaria. Eso sí, también hay que saber calmarse”, dijo el seleccionador.

Tras el encuentro disputado en Kiev, el seleccionador tuvo una fuerte discusión con Ben Arfa, al que recriminó que utilizara el móvil justo después del partido. El futbolista le reprochó el cambio a los 60 minutos y le dijo que había jugadores “mucho peores”. También le soltó: “Si quieres, envíame a casa”. Blanc mantuvo la serenidad. “Estoy para eso. Hay que calmar a todo el mundo. Hubo tensión, pero lo importante es hablar y solucionar las cosas”. Domenech no lo hacía.

No fue el único altercado. Alou Diarra reprobó a Nasri su escaso esfuerzo en labores defensivas, mientras el jugador del City le recriminó su falta de educación. Malouda, uno de los que vivió el terremoto del 2010, echó más leña dirigiéndose al grupo: “Parecía que estábamos de vacaciones en Punta Cana”. Ribéry puso algo de cordura: “Ya fuimos el hazmerreír del mundo hace dos años. Basta”. El astro del Bayern medió entre sus compañeros y ayudó a apagar el fuego. “No hay conflictos, a veces se concentran demasiadas cosas y son reacciones naturales. Pero es paradójico que pase esto. Hubo una derrota, pero estábamos clasificados”, destacó Blanc, con una labor complicada desde su llegada al banquillo.

Sin llegar al escándalo del Mundial, la discusión vivida en el vestuario francés tras la inesperada derrota ante Suecia llevó al país a rememorar uno de los mayores ridículos de su historia. Entonces, hace justo dos años, Anelka se enfrentó con a Domenech en el descanso del duelo ante México: “Vete a tomar por culo, sucio hijo de puta”. Ese insulto filtrado a la prensa lo incendió todo.

AMPLIA REMODELACIÓN // Mientras los jugadores buscaban al “traidor”, la federación expulsó al entonces jugador del Chelsea. El equipo se negó, incluso, a entrenar antes del último partido, que perdió ante Sudáfrica y acabó colista del grupo. Un ridículo en el campo y fuera del césped. La fractura entre la afición y la selección fue brutal en un asunto de Estado que precisó la intervención del gobierno presidido por Sarkozy. El escándalo salpicó también a Zidane, que tuvo que decir públicamente que no tenía nada que ver.

La llegada de Blanc ayudó a calmar los ánimos. Sin hombres como Henry y Anelka, emprendió una renovación total que se puede apreciar en la Eurocopa. Del Mundial tampoco están Gallas, Gourcuff, Toulalan y Abidal, a causa de su enfermedad. H