Ya no estaba el presidente, ya no estaba el mandamás, ya no estaba quien le paga, quien le contrató para que devolviese la gloria a la Scuderia, pero Fernando Alonso no abrió la boca. No protestó porque Luca de Montezemolo, presidente de Ferrari, se hubiese ido el sábado de Valencia tras ver cómo ni él ni Massa eran capaces de meterse en la Q-3. El bicampeón español contestó al desplante con una de las victorias más sonadas de la historia de Ferrari.

Y eso que al apagar la luz de su mesita de noche el sábado estaba “demasiado” preocupado. “No solo habíamos fallado al no meternos en la Q-3 y complicarnos la vida saliendo los undécimos, sino que sentí que le había fallado a toda esa gente que había venido a apoyarme y a la que había decepcionado”. Así que meditó la manera de recompensarles el domingo, es decir, en carrera, con una enorme remontada. Y así fue. “Este triunfo va por ellos y tiene, sí, ese punto emotivo que supone saber que muchos de los tuyos lo están pasando mal con esta maldita crisis. Sabemos que hay gente que sufre, que lo está pasando muy mal en el día a día y aunque sé que un triunfo deportivo no arreglará sus vidas, al menos produce cierta alegría, ¿verdad? Estaba en deuda con todos ellos, al final he podido darles lo que se merecen: una victoria trabajada, sonada y en casa”.

Persiguiendo a Senna // Ha sido su victoria 29 y ya solo tiene delante a auténticos monstruos: Mansell (31), Ayrton Senna (41), Alain Prost (51) y, cómo no, el mítico Michael Schumacher (91), que ayer compartió podio con él.

“Era impensable salir de Valencia con esta ventaja en el Mundial y, mucho menos, tras la desilusión del sábado”, decía. “Esta victoria y la forma en que se ha producido es una enorme inyección de moral para todos”, valoró Alonso. “Hay que ser humildes, falta mucho y solo se gana en el último gran premio”, sentenció un líder del Mundial que abre brecha con sus perseguidores. H