Otra vez Cesc, cuatro años después, asumió la responsabilidad de tirar el penalti más difícil, el definitivo, el que metió a España en la final de la Eurocopa en una tanda de desempate que comenzó con una parada de Rui Patricio a Xabi Alonso, a la que respondió Casillas con otra aparición milagrosa para devolver la tranquilidad. Ronaldo no llegó a tiempo de ejecutar siquiera su penalti asignado, el quinto. España ganó así un partido en el que sólo se soltó en la prórroga, precisamente cuando se suponía el desgaste físico podía pasarle mayor factura que a la más descansada Portugal.

Un encuentro en el que Negredo fue esta vez la opción elegida por Del Bosque en lugar de Cesc como referencia ofensiva. Nada de falso nueve sino un delantero centro de verdad para bajar a la arena a plantar cara a dos rocosos centrales y a intentar bajar también el balón. El problema fue que la primera ocasión que el atacante sevillista tuvo de hacerlo fue a la media hora, cuando peleó un balón largo, lo ganó y lo metió para Xavi, quien abrió para que Iniesta rematara ligeramente alto. Fue la segunda ocasión española después de una primera de Arbeloa, que también disparó alto en una posición inmejorable después de una gran jugada entre Alba e Iniesta.

INCOMODIDAD // Entre ambas acciones, la selección española no pudo imponer su fútbol combinativo y se movió muy incómoda ante la presión de Portugal.

Los inconvenientes que encontró la Roja quedaron reflejados en la alternativa que tuvo que utilizar mucho más a menudo de lo habitual: el juego en largo. No tuvo España hasta el descanso ni dominio ni continuidad para agrietar a un rival que se mostraba en lo físico un escalón por encima. De Cristiano, afortunadamente, no hubo muchas noticias en todo ese tiempo. Arbeloa le concedió por su lado una llegada en la que la estrella alcanzó la línea de fondo, pero su centro fue interceptado por Casillas. Prácticamente no volvió a aparecer más hasta el tramo final del choque, en que dispuso de dos faltas desde una buena distancia que desaprovechó y, sobre todo, de una ocasión monumental para decidir el partido. Una contra de libro con la que Veloso y Meireles llevaron el balón hacia la entrada del madridista, que tiró al limbo.

EQUILIBRIO // Era el minuto 89 y pudo haber sido el final del recorrido de España, que había mejorado notablemente. No tuvo pegada, sin embargo, por su escasa presencia en el área. Hasta el punto de que el primer tiro entre los tres palos no llegó hasta pasada una hora. Fue un disparo de Xavi tras un robo que Rui Patricio detuvo sin problemas. Para entonces, Pepe ya había ensuciado con su agresividad el buen cartel que hasta anoche había lucido en la competición, con una sola falta en cuatro partidos.

Se temía la llegada de la prórroga y fue en ella cuando por fin España tuvo llegada, tomó el control sin titubeos y hasta físicamente estuvo por encima de un rival que empezó a temblar. Patricio evitó que Iniesta marcara tras una jugada de Alba, se interpuso también en el camino de Navas y Pedro eligió la opción mala a última hora. Y en la tanda de penaltis volvieron a decidir los mismos de hace cuatro años. H