Fernando Alonso, casco puesto y mirada perdida, aguardaba, a las puertas de la sala de pesaje para felicitar al tricampeón, mientras Sebastian Vettel se subía a lomos de su Red Bull simulando un rodeo. Es la imagen de la última carrera, pero también de toda una temporada: la impotencia del asturiano frente a la superioridad técnica de los coches azules. Eso sí, el alemán demostró ayer que se merece el título. Remontó desde la última posición, rebajando el régimen de giro de su motor tras dañar los escapes en el accidente, sin radio, contra las decisiones de su equipo que le volvieron a dejar décimo... Sí, las Eses de Senna le dejaron con vida, pero el más joven alemán entró en el olimpo de los tricampeones al estilo del malogrado brasileño, con una demostración de pilotaje en dos remontadas primorosas.

Lloró Alonso en el podio más triste de la carrera, el 13º de la temporada, “la mejor de mi vida”. Lloró su amigo, su compañero Felipe Massa, el mejor de los escuderos, por la frustración del trabajo baldío, por el recuerdo de aquella victoria aquí, en el 2008, que tampoco impidió el título de Lewis Hamilton. La tristeza invadió a ambos, en un lugar, el cajón, reservado casi siempre al orgullo, a la satisfacción, mientras el inglés Jenson Button celebraba con respeto su triunfo en la última carrera del Mundial 2012.

sin reproches // Pero ni una palabra de reproche a Ferrari, a nadie, solo se detectó su frustración cuando Alonso identificó los puntos claves de la temporada: “No hemos perdido el título aquí, esos tres puntos que nos han faltado hay que buscarlos cuando Grosjean voló sobre mi cabeza en Spa o cuando Vettel solo recibió una reprimenda tras obstaculizarme en la crono de Japón”, manifestó el asturiano.

Tres puntos no son nada, y menos tras una carrera en la que acarició el título. “Fue una lucha hasta el final como sabíamos que iba a ser. Llegamos al podio como hemos hecho tantas veces este año, a pesar de que nunca tuvimos el coche más rápido. Fue un milagro llegar hasta aquí y el milagro fue posible hasta la última vuelta”, explicó ya más calmado el piloto de Ferrari, satisfecho de su equipo, de sí mismo. “Hay que estar orgullosos de ser subcampeones cuando luchas con todo el corazón y toda la fuerza y después de un año en el que ni el equipo ni yo cometimos errores”, aseveró.

Y por último quiso lanzar un grito de guerra de cara al futuro: “Que nadie dude que volveremos a intentarlo el año que viene; no con más fuerza, porque es imposible, pero sí con la misma convicción”, concluyó Alonso. H