En un partido sin gobierno, el Madrid pudo resolver al inicio y el Barça perdonó después de tal manera que tendrá la sensación de que se fue del Bernabéu dejando vivo al rival. Todo acabó como empezó. Con empate después de 90 minutos en los que las estrellas fueron los defensas (Varane cabeceó el gol de la esperanza blanca; mientras Piqué, Alves y Puyol sostuvieron con fiereza al Barça) porque ninguna de las estrellas -Cristiano y Messi- decidieron en una tensa noche de fútbol.

Fue todo raro. Raro porque el Barça no encontró el hilo para enhebrar el partido a su antojo. Si acaso, 10 minutos en la primera parte y luego, eso sí, en la segunda. Pero se le escapó el gol entre los pies de Pedro, la falta de puntería de Cesc y un Messi más espeso que nunca. Ni un imperial Iniesta sirvió al equipo de Roura para dejar cerrada la eliminatoria cuando el Barça sí fue el Barça.

Sabían los culés que el Madrid saldría como una tormenta, subido en la moto de Cristiano. Así fue y, entre otras razones, porque el Barça estuvo irreconocible. Perdió más balones en 10 minutos que en muchos partidos completos. Y ese era el escenario perfecto para Mourinho, quien ordenó comenzar con una línea de presión alta sobre la defensa de Pinto, obligado a realizar dos buenas intervenciones en ese convulso período azulgrana. Si se ve más a Pinto que a Xavi, hay un problema.

El Madrid apretaba e intimidaba. A cada error visitante, Cristiano asomaba furioso para derribar a Pinto. Pero la defensa, que protegió como nunca a su portero, resistía. Poco a poco, el equipo de Roura se fue desperezando hasta completar unos minutos de dominio con Xavi como máximo peligro. Suya fue la falta que se estrelló en el larguero y suyo fue el disparo que Varane salvó sobre la línea de gol, ya con el exmeta de Sevilla y Villarreal batido tras un error de Carvalho.

Parecía entonces que el Barça domaba al Madrid con el balón en los pies. Solo lo pareció. Tan raro, e intenso y hasta bueno, en determinados momentos, era el partido que la primera parte terminó como empezó. O sea, con el Madrid cabalgando a pradera abierta, empujado por un maleducado Bernabéu entrando el partido en la dimensión mourinhista. Tensión, juego sucio, patadas de Arbeloa, Carvalho y, por supuesto, de Xabi Alonso para desquiciar al Barça.

Al inicio, con esa presión adelantada que tan buen resultado le ha dado al técnico portugués. Y luego, con ese otro fútbol en el que el Barça parece, y realmente lo es, un pez fuera del agua. Con decir que Messi solo disparó una vez en 45 minutos, está dicho todo. Y fue de falta directa.

BENZEMA, FALLÓN // En la segunda mitad, el Madrid arrancó con la misma energía y hasta Benzema, más fallón que de costumbre, sentó a Puyol por vez primera antes de disparar a las nubes. Fue entonces cuando Iniesta pidió el balón y ya nadie se lo quitó. A partir de ahí, el Barça se reconoció a sí mismo, silenciando el Bernabéu. Callado estaba el templo blanco, cuando Messi, el delantero centro más mentiroso de la historia, tomó el disfraz de Xavi.

Pase larguísimo a la aparición de Alba por la izquierda, Callejón que despeja de mala manera, Messi roba el balón y conecta con Cesc para fabricar el primer gol. De segunda jugada, algo antinatural en el Barça, aprovechando que Callejón, que no tiene espíritu de defensa, invalidaba el fuera de juego. Primer disparo de Cesc, primer gol de los azulgranas.

Con Iniesta al mando, el Barça perdonó demasiado. Hasta Pedro, que no es caritativo, desperdició solo ante Diego López la ocasión de sentenciar la eliminatoria. Era la medicina blanca. Sacó una falta y el contragolpe azulgrana fue de manual, excepto en el defectuoso remate final del canario. Mou iba moviendo piezas (Modric por Callejón, que pagará ese error; Higuaín por Benzema) hasta que el Barça se descontroló.

el héroe local // Y marcó Varane de soberbio cabezazo para completar un excelente partido. Aún después del empate, el Barça tuvo la posibilidad de ganar el partido con un extraordinario pase de Xavi a Jordi Alba que se plantó solo ante Diego López. Y el portero blanco estuvo genial.

De repente, en un partido que tenía dominado, el Barcelona (entró Alexis por Pedro y Thiago por Cesc) no supo enterrar al Madrid. Dos disparos a la portería de Pinto y un gol que le mantiene con vida en Copa, con el escenario que tanto le gusta a Mou, el Camp Nou. Esperar atrás y arañar a un Barça que se fue de Madrid cabreado porque no se sintió bien. H