Si el Villarreal afrontaba un simulacro de lo que será la primera jornada de Liga ante el Almería, para su afición el amistoso de ayer en La Manga Club también fue algo así como un ensayo de lo que se avecina con el retorno a Primera. Turistas y curiosos que merodeaban por las inmediaciones del complejo no daban crédito al ver aparecer cuatro autobuses de animosos seguidores amarillos. “¿Pero esto no era un partido amistoso?”, se preguntaban. Evidentemente desconocían la idiosincrasia de una hinchada que ni siquiera en vacaciones ha sido capaz de desconectar su fuerte lazo con el equipo que les hizo vibrar en la segunda parte de la pasada temporada. Las emociones del ascenso aún mantienen el impulso casi dos meses después.

A mediodía, más de 200 groguets desafiaban al fuerte calor y a un largo viaje de cinco horas en autocar para ver, en su gran mayoría, por primera vez en acción el nuevo proyecto. Los más fieles, una minoría, ya se animó hace algunos día para seguir a los hombres de Marcelino en Tarragona, en el primer amistoso de esta pretemporada.

Ellos fueron la representación del club en La Manga Club, que esta vez no tuvo presencia institucional. Ninguno de los miembros de la cúpula amarilla (Fernando Roig, su hijo o José Manuel Llaneza) pudieron esta vez atender el compromiso. Sí estuvieron algunos directivos del Almería, como su consejero delegado, que vio el choque con una curiosa compañía: el que fuera máximo accionista del CD Castellón José Manuel García Osuna, que tiene a alguno de sus jugadores representados, como Rafita, en las filas del primer enemigo del Villarreal en la Liga 2013/2014. H