Cuentan que Pablo González suspiró aliviado y hasta esbozó media sonrisa cuando los responsables de los servicios médicos del club amarillo le comunicaban ayer que solo deberá esperar alrededor de unas ocho semanas para volver a enfundarse la camiseta del filial amarillo. La lesión que sufrió el pasado domingo en el campo del Espanyol B es grave, lo suficiente como para perderse prácticamente lo que resta de la primera vuelta en el grupo III de la Segunda División B, pero las sensaciones que tenía el centrocampista, uno de los hombres clave que han llevado al Villarreal B a la zona de play-off de ascenso, no eran buenas tras tener que abandonar en camilla el césped de la Ciudad Deportiva perica. Todos temían el terrible cruzado y media año en talleres.

La inflamación en la zona afectada, la rodilla derecha, impidió una exploración correcta el mismo domingo. El futbolista tuvo que esperar a la tarde de ayer para someterse a las pruebas que determinarían el alcance de la lesión que, finalmente, se quedó en un esguince de grado dos en el ligamento lateral externo, descartando la temida rotura del ligamento cruzado. Tampoco el menisco sufrió daños.

SIETE SEMANAS INVICTO // Sin duda, la baja de Pablo González --que había jugado todos los minutos antes de su obligada sustitución ante el Espanyol B-- ha eclipsado en cierta manera la buena trayectoria del Villarreal B, que ha conseguido instalarse en la cuarta plaza del grupo, la última que da derecho a disputar la fase de ascenso, tras una excepcional racha de siete encuentros consecutivos sin conocer la derrota. Los de Planagumà tan solo han cedido una derrota, precisamente la del inicio de la Liga en el campo del Llagostera.

El mediapunta amarillo afronta con fuerza y optimismo esta larga etapa de dos meses. “Ahora toca ponerse las pilas y darle duro a la recuperación”, apuntaba ayer Pablo González, que recibió numerosas muestras de ánimo desde todos los estamentos del club. El filial tendrá que acostumbrarse a vivir si él durante las próximas ocho semanas. H