De manera inesperada, y a solo 11 días del clásico con el Madrid, la directiva del Barça comunicó el martes que prohibirá el acceso al Camp Nou a los niños sin entrada, rompiendo una histórica tradición que se había ido perpetuando de generación en generación. Hasta que un 14 de octubre del 2013, la junta de Sandro Rosell, amparándose en el temor al “sobreaforo”, como reveló el portavoz Toni Freixa, justificó esa “impopular” medida. A partir de ahora, la imagen de miles de niños en el regazo de sus padres o abuelos desaparecerá del estadio. A no ser que tengan “localidad o abono dentro del marco legal”, como precisó el directivo. Hasta ahora, los menores de siete años podían entrar al estadio acompañados sin ocupar asiento.

UNA LEY DEL 2007 // La decisión fue tomada el lunes en la tradicional reunión de la junta y anunciada 24 horas después. El Barça informó que “debe cumplir una ley del 2007”, cuyo Real Decreto se desarrolló luego en el 2010. Seis años más tarde de esa normativa, la directiva, que había hecho de los horarios familiares uno de sus pilares electorales, considera que sería “una irresponsabilidad”, según Freixa, permitir la entrada de los menores como se ha hecho durante más de medio siglo.

Justo en el horario más familiar que se recuerda (a las seis de la tarde recibirá el Barça al Madrid), las puertas del Camp Nou se cerraron desde ayer para los niños que no tengan localidad.

EVITAR “SITUACIÓN DE RIESGO” // El club ha recurrido a un informe de “los responsables de seguridad”, según Freixa, que temían ese sobreaforo del Camp Nou durante el clásico. No dio nombres de esos responsables, aunque sí reconoció que se había cambiado la compañía de seguridad que vigila el estadio, y confirmó que no habían recibido ninguna orden o sugerencia de la Generalitat de Catalunya sobre este asunto. Ha sido una decisión unilateral de la junta. “Como padre yo no quiero poner a mi hijo en ninguna situación de riesgo”, argumentó el secretario de la directiva. “Creo que esos padres pensarán lo mismo”, añadió luego. Freixa fue, como reconoció él mismo, uno de esos “niños que, de pequeño, iba al estadio con mi padre y ahora mis hijos iban conmigo”. H