El Villarreal-Valencia del domingo será el 14º derbi autonómico entre ambos equipos en el Madrigal. Los 13 partidos anteriores han servido para convertir un enfrentamiento que comenzó como una mera anécdota y una exaltación de germanor entre ambas entidades en uno de los duelos de máxima rivalidad con más tirón en el fútbol español.

La rivalidad entre amarillos y che ha ido ganando intensidad a la misma velocidad que las relaciones entre las entidades se han ido distanciando y enfriando. El Valencia surtió de jugadores importantes el primer proyecto del Villarreal en la máxima categoría (Palop, David Albelda...), como poco antes hizo en Segunda con préstamos de jugadores como Angulo. Pero la progresiva igualdad de fuerzas y la pelea por el premio honorífico de ser el primer equipo de la Comunitat Valenciana, hasta hace pocos años privilegio exclusivo de los de Mestalla, han ido sustituyendo los gestos de cercanía por una enemistad que se ha traslado del césped a la grada, y de ahí a los despachos de ambos clubs. Las tensiones entre el Villarreal y el Valencia se han hecho más patentes en los últimos años a raíz de temas tanto económicos como deportivos.

El primer gran desencuentro tuvo como leit-motiv los derechos de televisión, ya que el Valencia, pese a mostrar su apoyo en un primer momento, decidió separarse de las reivindicaciones que lideraron el propio Villarreal y el Sevilla para modificar el injusto modelo de reparto que sigue establecido.

Sin embargo, el momento de mayor fricción entre los dos clubs llegó en la fatídica temporada del descenso y sobre el campo, cuando el equipo entonces dirigido por Unai Emery ganó 1-0 en la prolongación a un Submarino que estuvo más de 90 minutos virtualmente salvado. Un efecto colateral del descenso fue el intento del Valencia de llevarse a Bruno Soriano a espaldas de la entidad amarilla. En ese momento ya no quedaba ningún atisbo de germanor. H