El Villarreal perdió su primer partido en el Madrigal en su noche más errática. Con la cabeza alta, porque con 10 jugadores tuvo encerrado al Getafe en su campo durante la segunda parte, pero ofreciendo la sensación de que había regalado los tres puntos a un rival que tan solo tuvo que aprovechar los caritativos donativos de los jugadores locales para sumar tres puntos con cierta comodidad. Anoche, al Villarreal le sobró corazón, pero le faltó cabeza y acierto.

Los partidos duran 90 minutos. Es el tiempo que marca el reglamento, aunque el Villarreal acortó el encuentro de anoche en 25 minutos, los que le costó ponerse a pleno rendimiento en un encuentro que se puso a jugar con los ojos vendados y una pájara espectacular. Todavía mucho peor que en San Mamés, donde se exhibió la peor cara de la temporada. No estaba justificado a priori tal desaguisado, porque Marcelino introdujo solo cuatro cambios respecto al once que goleó con contundencia al Valencia. Pablo Íñiguez, Pina, Aquino y Perbet fueron los hombres de refresco a los que dio entrada el técnico.

EL PRIMER GRAVE ERROR // Las primeras sensaciones que ofreció el Villarreal no tenían nada que ver con el equipo bullicioso, concentrado y que no dejó ni respirar al Valencia cuatro días antes. La defensa amarilla encadenó más errores en los primeros 25 minutos que en las 10 jornadas anteriores. Pero el que le costó el 0-1 al Submarino fue de esos que tardan en olvidarse, por lo escandaloso del mismo. Mateo Musacchio dudó en si despejar el balón o cederlo al portero. Ni una cosa ni la otra hizo el central argentino, pero la pelota llegó con la suficiente ventaja para Asenjo, que acudió al contacto de la pelota sin tensión alguna y esta se le quedó enganchada en el control. Ciprian solo tuvo que ponerle el envoltorio al regalo que le habían domiciliado para marcar un gol de esos que en Primera no se suelen dar. Los amarillos continuaron jugando con los ojos tapados durante varios minutos. La sincronización y la fiabilidad de la que había hecho gala el Villarreal durante la mayor parte de la temporada voló por los aires en tan solo unos minutos.

Solo Gio parecía ver la luz dentro de las tinieblas en las que se movió el equipo de Marcelino durante los primeros 25 minutos. El delantero mexicano, a falta de socios con los que combinar o apoyarse, tuvo que guisárselo y comérselo él solo. En dos acciones estuvo a punto de nivelar el encuentro, pero la primera se le marchó fuera por centímetros y en la segunda le sacaron su remate en la misma línea de meta.

El Villarreal se había metido en el partido. Pero un nuevo error se lo puso muy cuesta arriba. Ciprian le ganó la espalda con facilidad a Pablo, quien a la desesperada tuvo que derribar al delantero azulón cuando se plantaba solo ante Asenjo. El árbitro castigó la acción con roja directa para el central canterano y el Submarino se quedó con 10 jugadores desde el minuto 38 del partido.

la desgracia de dorado // Marcelino movió piezas en el descanso y sacó a Dorado por Aquino, uno de los jugadores más flojos en la primera mitad. El central cordobés solo duró siete minutos en el terreno de juego, ya que tuvo que abandonar por una lesión muscular, su punto débil. La solución fue echar mano del talento de Manu Trigueros y reconvertir al Brujo de Artana como una especie de central adelantado que apoyó y dio oxígeno a la medular.

El Villarreal, en inferioridad numérica, encerró al Getafe en su área. Los amarillos se encomendaron a la épica a partir de entonces. El equipo le puso corazón, garra y demostró un orgullo encomiable. Nada que reprochar en ese sentido. Otra cuestión muy diferente fue el acierto y la precisión. Todo quedaba expuesto a una genialidad de Giovani dos Santos. El mexicano lo intentó de todas las maneras y formas. Otro cartucho que utilizó Marcelino fue la salida de Uche, pero no era el día del Villarreal, que pagó muy caros sus primeros 25 minutos y su noche errática. El Getafe, que nunca lo tendrá más fácil, aprovechó que su rival estaba totalmente volcado en busca del empate para enlazar una contra de cuatro contra dos y apuntillar el partido en tiempo de descuento con un gol de Sarabia. El Villarreal falló más de la cuenta pero perdió con la cabeza bien alta. H