Gabriel Armando de Abreu ha ingresado con fuerza en el once del Villarreal. Después de casi tres meses sin oportunidades y superado en las preferencias de Marcelino por Chechu Dorado y Pablo Íñiguez, las lesiones y las sanciones de sus compañeros han acabado de abrirle las puertas de una alineación titular que, a tenor del rendimiento demostrado por el brasileño, seguirá contando asiduamente con él. Si el debut del central ha sido contundente en el campo, los objetivos que se marca Gabriel no son menos imponentes. A pesar de que en el vestuario existe una especie de pacto para no expresar públicamente otro reto que no sea el de la permanencia, el de Sao Paulo lo tiene muy claro: “Mi deseo es ayudar a que podamos llegar a nuestro objetivo, que es la Champions League”.

LA ADAPTACIÓN // Este alarde de ambición no puede ni debe ensombrecer la humildad con la que Gabriel ha llegado a la Liga española. Ni una sola queja ni un solo reproche en más de dos meses de duro trabajo de adaptación sin el premio de los minutos. El brasileño ha sabido esperar pacientemente una oportunidad que sabía que llegaría. “Llegué a un fútbol diferente, pero poco a poco me fui adaptando en los entrenamientos y con la ayuda de los compañeros y con el trabajo fui superando las dificultades. Poco a poco he ido adaptándome al equipo y al juego”, comenta el defensa, que no puede tener mejores sensaciones de sus tres primeros encuentros oficiales con el Submarino (los disputados ante Elche, el Atlético de Madrid y el Levante), con pleno de minutos y sin derrotas. “Pienso que en estos tres partidos agradé al míster y a los compañeros y eso me da mucha confianza”, apunta un Gabriel que opina que aún no se ha visto su mejor versión: “La sensaciones son buenas, pero tengo mucho margen de mejora”.

En estos tres primeros encuentros con la camiseta amarilla, Gabriel ha encontrado en el argentino Mateo Musacchio a su mejor socio. Un brasileño y un argentino, la mejor tradición del fútbol sudamericano para blindar la defensa de un Submarino que ha hecho de la solidez atrás una de sus principales señas de identidad. Gabriel espera que la pareja que forma junto a Mateo haga historia en el Villarreal. Con 23 añitos cada uno, el futuro es suyo. “Él tiene mucha experiencia, ya son cinco temporadas en el fútbol español; y yo llevo desde los 18 años jugando contra los grandes jugadores y los grandes equipos de la élite brasileña. Si fortalecemos nuestra relación deportiva y personal seguiremos creciendo y podemos hacer grandes cosas”, profetiza Gabriel.

EL PELIGRO DEL MÁLAGA // Si Marcelino no sorprende con nuevas rotaciones defensivas, mañana Gabriel y Musacchio pueden dar otro paso más en su reciente sociedad ante el Málaga, un equipo que quizás tiene más potencial del que señala la clasificación, solo un punto por encima de la zona de descenso. “Es peligroso, más allá de su actual situación. Tiene calidad para sorprendernos en cualquier jugada. Así que tendremos que estar muy concentrados”, apunta el brasileño sobre el próximo rival de los amarillos. H