El Villarreal duerme hoy en Champions con 37 puntos en el bolsillo. La salvación, cuando resta casi toda una segunda mitad del campeonato de Liga por disputarse, está virtualmente conseguida.

No fue la mejor versión ni la más brillante, pero sí se ofreció una cara sólida y aguerrida con muy pocas fisuras en defensa. El rendimiento en las áreas fue bueno y los puntos se quedaron en casa. Se aprovecharon las pocas ocasiones de gol que se crearon y se exhibió firmeza y seguridad en defensa. La tarde no estuvo para exquisiteces, pero el Villarreal se consolidad en el top europeo de la Liga. Y eso es motivo de orgullo. El fantasma de la Copa del Rey no entró ayer en el Madrigal, pues en la competición doméstica no tiene fuerza ni cabida.

NO SE GUARDÓ NADA // Marcelino puso todo el talento en el asador. El mismo once que ofreció una exhibición de fútbol 4G seis días atrás se enfrentaba al Almería, un equipo que exhibe mejores sensaciones y un juego mucho más brillante del que indica su clasificación. La dosificación de jugadores, desgraciadamente para los amarillos tras la amarga eliminación en la Copa, ha pasado a mejor vida. Ayer comenzaba la segunda parte del campeonato, la definitiva. El partido de vuelta ante la Real Sociedad si para algo sirvió fue para efectuar la prueba del algodón respecto al fondo de armario del Villarreal según los objetivos que se marquen. Y para ser top 8 de la Liga no llega. Otra cuestión es la permanencia, pero esta ya se halla casi en el zurrón y las metas han variado una vez logrado el fin primigenio.

Repetir el espectáculo del 5-1 ante los donostiarras se vaticinaba como una empresa un tanto quimérica. Incluso los grandes genios no se prodigan en pintar una obra maestra cada semana.

Pero lo cierto es que aunque no fue ni de lejos el mismo Villarreal, sí que se observó una mayor fluidez en la generación del fútbol creativo y una mejor claridad de ideas. Una de las claves era la composición del eje del centro del campo. La fórmula Pina-Bruno no cataliza con la misma velocidad y precisión el juego ofensivo. Manu Trigueros es el complemento ideal a las características de los dos medios defensivos y el Villarreal juega a otra cosa distintas cuando el de Talavera está en el campo.

Al Villarreal se le puso otra vez de cara el encuentro cuando a los dos minutos y medio, un pase de Gio dos Santos a Uche fue ejecutado tras un magnífico control orientado al fondo de la portería de Esteban. El nigeriano ni titubeó. La definición fue perfecta.

Luego, mucho ruido pero pocas nueces. El partido se mostró como la climatología, gélido y sin ocasiones de gol. No era una tarde de fútbol vistoso y alegre. El Villarreal ni sentía ni padecía. El 1-0 era una arma peligrosa que podía volverse como un boomerang en contra, porque el conjunto almeriense era un corderito con piel de lobo. El balón era amarillo, pero su dominio se traducía más en horizontal que en vertical y eso en fútbol es sinónimo de mucho ruido y pocas nueces.

SE OLÍA EL EMPATE // El Almería jugó la baza del miedo psicológico del marcador fronterizo entre la victoria y el empate. Y el equipo de Marcelino fue cayendo en las redes de un 1-0 que mantenía viva la incertidumbre hasta el último suspiro. Con ese panorama, los almerienses fueron sacando poco a poco las garras. Incluso Asenjo tuvo que salvar los muebles con una intervención felina que heló la respiración de la grada. El Villarreal parecía anestesiado con el cloroformo del gol de Uche hasta que el Madrigal puso el despertador con su aliento y avivó el choque, mejor dicho rescató del letargo al Submarino.

El timón pasó otra vez a manos de los amarillos, aunque el partido se hallaba en una fase de cierto descontrol, demasiado abierto para los intereses locales.

Y lo peor es que el 2-0 se veía lejano y las posibilidades de victoria se basaban más en la firmeza y acierto de los guardianes de la portería de Asenjo que de la infantería de ataque. Por suerte, el Villarreal apenas ofreció muestras de debilidad. No obstante, las diferencias técnicas entre un equipo y otro, rivales directos la temporada pasada por la segunda plaza de ascenso, se han acentuado notablemente.

Un destello de talento colectivo del Submarino concluyó con un derribo de Rafita a Jony en el área que Muñiz no dudó en señalar como penalti. Esta vez Bruno cogió el balón con firmeza y lo mandó a la red. El fantasma de la Copa no tenía cabida en la Liga. El Villarreal le había puesto su puño y letra al triunfo. Hoy duerme en Champions, a falta del partido de esta noche del Athletic y la distancia con el sexto lugar de la Real es de cuatro puntos. H