Castalia se ha convertido en la casa de los líos... o al menos eso parece. El presidente David Cruz, con el entrenador Ramón Moya como partícipe, protagonizó ayer el enésimo bandazo como principal responsable deportivo del actual CD Castellón. La mañana estuvo muy movida y, aunque por la tarde se quiso arreglar la situación e incluso desviar la atención anunciando el fichaje del central Cristian Orosa -estaba a prueba desde la pasada semana-, lo cierto es que el esperpento ya estaba hecho y la imagen de la entidad volvió a verse dañada.

Los hechos se sucedieron en el estadio Castalia. Primero, aprovechando que el meta Salva de la Cruz tuvo que acudir a un centro médico a realizarse pruebas por unas molestias tanto en la rodilla como en el tobillo, Cruz y Moya se reunieron con el cancerbero para comunicarle que no se contaba con él y se le iba a conceder la baja. Lo curioso del caso es que se trata de uno de los componentes de la plantilla más implicados y que tanto en verano como a principios de este año había rechazado ofertas por salir.

EL ‘CASO MARC TRILLES’ // Pero lo más rocambolesco lo protagonizaron Cruz, Moya y Marc Trilles. En primer lugar, técnico y capitán tuvieron un intercambio de impresiones que derivó en la visita del jugador al despacho de Cruz, en el que hubo una discusión que terminó con la decisión de que el defensa también abandonaba el Castellón. “Por razones ajenas a mí ya no formo parte del club de mi vida... No tengo palabras para expresar lo que siento...”, anunciaba en su twitter.

Por la tarde, el jugador rectificaba y anunciaba que estaba reincorporado. Son dos de los ejemplos de un club a la deriva.